¿Agonizan las tarjetas postales de turismo?

¿Cuándo fue la última vez que enviaste una tarjeta postal en tu viaje de turismo? ¿Cuándo fue la última vez que recibiste una? En la rutina de nuestra vida cotidiana, ¿hay algo más emocionante que abrir el buzón y descubrir una carta o tarjeta postal personal? Probablemente, la tarjeta postal de turismo es un género que está agonizando, si es que no ha muerto ya. La importancia histórica de la tarjeta postal turística es por  haber sido un vehículo de comunicación que conjugaba imagen estática y un texto, privado de secretismo, en el que predominaba la tópica `preposición “Desde”…(esta bella ciudad …)”,  en el que  alguien te recordaba  y te hacía llegar la noticia  de su privilegio viajero. Lo hacía con un testimonio fotográfico, junto a un mensaje sencillo y afectuoso al dorso dedicado a la memoria del otro. Un atractivo destino  que deseaba compartir con el receptor, diciéndole, implícitamente, que le tenía en su pensamiento. Las tarjetas postales de turismo son (¿eran?) tan estimables que muchos destinatarios (como el firmante de este artículo) las coleccionaban.

Coleccionismo postal

Recuerdo, en este sentido, que mi viejo amigo y conocido escritor  Francisco González Ledesma (Premio Planeta) ya desaparecido, me contó paseando ambos por las calles italianas de Vicenza,  que él y su esposa Rosa, practicaban un curioso hábito. Tenían la costumbre de enviarse ellos mismos a su domicilio de Barcelona,  una tarjeta postal de turismo de cada una de las ciudades que visitaban con el fin  no sólo de coleccionarlas, sino de tener un testimonio de las fechas en las que hicieron el viaje

Hoy día, sin embargo, este recordatorio postal puede resultar anacrónico, o incluso cursi, para muchos adictos a la tecnología. Sentarse en un café y redactar sobre la postal recién adquirida un  breve texto, pero emotivo, a familiares y amigos a los que resulta difícil no recordar en nuestros viajes es, para los que visitan una ciudad mirándola sólo a través de la pantalla de su móvil, pura nostalgia o una pérdida de tiempo. Algo propio de los turistas melancólicos o entrados en años. En cambio, los que llevan injertados en su mano los modernos dispositivos telefónicos comparten sus emociones viajeras, en vivo y en directo, a través del móvil,  y narrando de viva voz a sus allegados las circunstancias del viaje.

¿Son las postales el mejor souvenir?

¿Qué puede ofrecer ahora la tarjeta postal de turismo frente a la telefonía móvil? El actual sistema de comunicación es capaz de multiplicar su oferta gráfica y textual hasta el infinito. Imagen y sonido viven y vibran al unísono entre emisor y receptor. Sin embargo, observando actualmente el tradicional hábito de la tarjeta postal de turismo, éste, a la postre, resulta más emocionante y reflexivo que la llamada telefónica, aunque sea por una sola razón: la tarjeta postal, a diferencia del mensaje telefónico, se conserva por muchos años y constituye un verdadero souvenir  emocional que se revive y se disfruta cada vez que se remueven los cajones donde se guardan las cosas imperecederas que importan. Un conocido muy casero y ajeno, obviamente, a estos hábitos viajeros, me decía viendo las postales recibidas de sus familiares en los últimos años: “¿Para qué viajar existiendo postales?” 

Bienvenidos al Postcrossing

Las tarjetas postales de turismo tal vez han sido la señal de un mundo escasamente viajado y tecnológicamente simple  Y, actualmente, poco se puede hacer ante un progreso que se impone por su propio peso y convierte en anacrónico casi todo lo que no resulta práctico. No obstante, frente a esta batalla casi perdida, los amantes de esta pasión epistolar aún tienen una esperanza: el postcrossing. Se trata de un proceso que aboga por el envío y la recepción de tarjetas postales entre desconocidos de cualquier parte del mundo. Reactivar este romántico hábito entre personas que no se conocen y que pueden vivir en lugares extremos del planeta es lo que se propuso el portugués Paulo Magalhaes. Él es el que inició la resurrección de esta turística afición en su plataforma www.postcrossing.com, en cuya web se indica cómo participar en ella. El sistema es muy sencillo: por cada postal que uno envía, recibe otra del corresponsal que el sistema selecciona aleatoriamente, de suerte que puedes relacionarte con personas de cualquier parte del mundo. .

Según relata el periodista Bruno Díaz en la revista Más cerca, el crecimiento de los postcrossers –que así se llaman a los que  les apasiona escribir ¡a mano! y recibir tarjetas postales-  ha sido espectacular. En 2016 ya se habían intercambiado más de 30 millones de tarjetas postales. Las impresiones de algunos participantes son realmente emocionantes:  “Para un amante de las postales como yo, Postcrossing es como el cielo en la tierra. La increíble sensación de abrir el buzón y encontrar una postal de otro país me alegra el día. Lo amo tanto..”. Mariana (Portugal); “Desde que tengo memoria, me encantaba recibir correo. He conservado todas las tarjetas y cartas desde que tenía 5 años, ¡así que casi durante 36 años! Después de leer un artículo en la revista Postia finlandesa, comencé Postcrossing y ¡me encantó desde entonces! Viviendo en un pueblo diminuto y distante, ¡esta es mi forma de conocer gente! ¡GRACIAS!» Sailakuu (Finlandia) ;«¡Es fantástico! ¡Ojalá lo hubiera sabido mucho antes! Es como si estuvieras viajando por el mundo sin viajar realmente. Disfruto de cada tarjeta que recibo y envío, y cada vez es una sorpresa de qué país proviene la tarjeta. ¡Ahora soy adicto a PostCrossing! « Nancy (Holanda).

Como afirma el periodista madrileño Bruno Díaz, en su artículo antes citado “Reactivar la tarjeta postal no es ningún ejercicio de nostalgia, porque el progreso no consiste en acabar con lo anterior. Bienvenidas todas las mejoras que nos facilitan la vida, pero salvaguardemos todo aquello que resulta más cálido y nos enriquece como personas”. Un perfecto resumen  que este autor no puede mejorar. www.franciscogavilan.net

Fotos: Autor y Archivo Postcrossing