Dublín. La capital representa la perfecta iconografía de los valores de Irlanda

“En Irlanda, lo inevitable nunca sucede y lo inesperado ocurre continuamente”

Sir John Pentland


Los orígenes de Dublín son tan oscuros como una guinness, la densa y negra cerveza que nadie –le guste o no esta cremosa bebida—abandonará la capital sin haberla saboreado. En Irlanda se asentaron a través de los siglos, vikingos, celtas, daneses e ingleses, hasta que en 1937 consiguió la independencia. Hoy, quien visita Dublín se siente atrapado por su pasado, que puede verlo, tocarlo y oírlo. Y, cómo no, vivir su presente tal y como lo experimentan los dublineses. Gentes con un fuerte sentido de pertenencia, amables, y generosas con el extranjero hasta una medida casi irreconocible en otras latitudes. Y tan empeñosos que un viejo proverbio los define así: “Los irlandeses no saben lo que quieren, pero están dispuestos a luchar hasta la muerte para conseguirlo” 

Paseando por Dublín de pub en pub hasta Temple Bar

La capital irlandesa es grande. Pero no demasiado. Es una ciudad perfectamente paseable. La zona más famosa y bulliciosa es, sin duda, Temple Bar. En ella se concentran el mayor número de pubsdel mundo por kilómetro cuadrado y la vida nocturna y cultural de la ciudad. Bebedores  (locales y extranjeros) de pintas de cerveza –preferentemente la Guinnessla marca identitaria del país por excelencia—se dan cita en esta zona pletórica de vibrantes sensaciones.

Acotada al norte por el río el río Liffey y al sur por Dame Street, abundan también en este sector teatros, galerías de arte, cafés, y por supuesto, tradicionales pubs, muchos de ellos con música en directo. Eoghan Corry, colega de  lletras y con el que coincidí este año en Alemania, ya me comentaba que en Irlanda “la música es el alimento espiritual y la cerveza el material”. El sano orgullo con el que me hablaba de su país confirma la máxima que afirma “Hay sólo dos tipos de personas en el mundo : los irlandeses y aquellos que les gustaría serlo” El epicentro de Temple Bar es la Meeting House Square. Muy cerca se encuentra también el Project Arts Centre, un espacio abierto a los jóvenes talentos de la música y las artes (los U2 celebraron allí sus primeros conciertos)

Antes de emprender mi viaje a Irlanda, le pregunté a mi amigo Josep Mª Llop –un enamorado de Dublín y experto en marketing turístico—qué recomendaciones podía hacerme. En su respuesta, aparte de las citas culturales imperdibles que figuran en cualquier guía, me sorprendió con una extensa relación de históricos pubsque más bien parecía el listín telefónico de Belfast, y que, por unas u otras razones, me aconsejaba visitar. Y, para relajarse –concluyó–, nada como visitar Phoenix Park, al norte del canal Royal. Un parque que duplica la extensión del neoyorquino Central Park y en el que puedes dar de comer a los gamos que allí habitan en libertad. 

El “John Mulligan´s”  y mil pubs más

Lospubsson inherentes a la historia, la personalidad y la vida de los irlandeses. Forman parte de su código genético. Entre otros, uno de los que visité fue el John Mulligan´s (8 Poolberg St.-) Fundado en 1782,  es famoso por tirar la mejor cerveza de la ciudad. En estos establecimientos flota un extraordinario ambiente de amistad. El nivel decibélico de las conversaciones y las risas se incrementa en la medida que la concurrencia ingiere pintas de cerveza. Menos del tiempo –todos tienen asumido que como quiera que en Dublín pueden vivirse en un día las cuatro estaciones del año, el sol, la lluvia o el frío nunca son noticia— se habla de todo: trabajo, rugby, fútbol, negocios, política, o de la vida misma. Aunque de origen proletario, en sus mesas y barras se mezclan personas de toda condición social. James Joyce y el presidente Kennedy fueron algunos  parroquianos del John Mulligan´s. En los pubsabundan los hombres, pero la mujer no está excluida, ni mucho menos. Con cualquiera puedes iniciar una conversación. “Estando entre irlandeses, nunca estarás completamente solo” dice acertadamente un adagio.

Una anécdota del escritor Flann O´Brien refleja hasta qué punto la pasión por la cerveza en Irlanda es más que profunda. El lúcido O´Brien, cuando visitaba sus pubs favoritos, llevaba siempre un guante para cumplir la promesa que le hizo a su madre moribunda de ¡no volver a tocar un jarro de cerveza!

Entre otros históricos pubs, se encuentran The Brazen Head (20 de Brigde Street), el más antiguo de Irlanda. Los domingos brinda a sus clientes más osados subirse al escenario a cantar. Su lema: “Aquí no hay extraños, sólo amigos que nunca se han conocido” Y una lista interminable: Oliver St. John Gogarty (58 Fleet Str.) y Long Hall (51 South Great George St.) de estilo victoriano, por citar sólo unos ejemplos…

Trinity College y los escritores dublineses…

La Front Gate da acceso al campus del Trinity College, la universidad más antigua y prestigiosa del país. Fundada en 1592 por la reina Isabel I, su objetivo era proporcionar a los jóvenes protestantes irlandeses (durante dos siglos fue vetada a los católicos) una alternativa a las universidades del continente.  Sus monumentales edificios, patios y jardines son un oasis de tranquilidad en el corazón de la ciudad. Su principal atracción es la Old Library (Biblioteca) en su magnífico y elegante Long Room. Una sala de 65 metros de longitud donde se custodian más de 200.000 libros y valiosísimos manuscritos milenarios, como el libro de Kells, que destilan el siempre, al menos para mí, agradable olor de  “libro viejo”. Mientras espero en la larga cola de visitantes para acceder a la Biblioteca, Chiara, una joven estudiante italiana, me comenta que admirar el impresionante Trinity College “es su máxima prioridad para viajar a Dublín”.

La tradición cultural y literaria en Dublín es de enorme importancia. En esta ciudad nacieron escritores tan célebres como Oscar Wilde (1 Merrion Square), Samuel Becket o James Joyce, quien ubicó en ella su famosa obra Ulises. Cada 16 de junio se celebra con fervor religioso el Bloomsday, un día en la vida de Leopoldo Bloom, principal protagonista de Ulises. La fiesta, cerveza en mano,  la celebra tanto quien siente pasión por la novela como quien no ha conseguido pasar de las primeras páginas. (Es el caso del que firma este reportaje: confieso, entre nos, haberla empezado a leer, pero nunca completé su lectura, algo compleja, y con más de 300  personajes). En este sentido, pueden visitarse el James Joyce Cultural Center y el Museo de Escritores de Dublín, además de otros interesantes museos, como el Nacional el IMMA, de arte moderno.

El frenético ritmo de los Celtic Dancers

Una de las atractivas tradiciones que conserva el país es la danza celta. El ritmo de este baile es frenético. No sólo es una abstracción de la vida. ¡Es la misma vida! La bailan hombres y hermosas mujeres (en Irlanda lo son).

Hay dos tipos de danza: la ceili y la grupal. Esta última la bailan cuatro parejas y la ceilila componen una formación de hasta 16 bailarines. En cualquier caso, ver actuar a estos danzantes es emocionante por la rapidez y la precisión con que mueven las piernas y los inverosímiles giros y taconeos que dan sus pies (recuerdan al flamenco español) mientras los cuerpos y los brazos permanecen estáticos.  Impresiona también la pasión y el entusiasmo con que bailan (“Es la danza que el corazón entiende”, dice un refrán irlandés).

Este baile puede verse en distintos lugares. Uno de ellos, por ejemplo, es en el Arlington Hotel (23-25 Bachelors Walk), mientras se cena, y, aunque el show está orientado a los turistas, ¡merece mucho la pena! Por su creatividad, sales de allí pensando en lo que decía Sir John Pentland: “En Irlanda, lo inevitable nunca sucede y lo inesperado ocurre continuamente”.

Más info: Turismo de Irlanda. Pº Castellana, 46-2ª pl.; 28046 Madrid; Tel. 915775458; www.turismodeirlanda.com/ info@irlandaenespanol.com
www.franciscogavilan.net