El intrigante secreto de la vieja y misteriosa crucerista

Hace algunos años, en torno a 2008, circuló por Internet la historia que narro a continuación. Un matrimonio de viaje en un crucero por el Mediterráneo a bordo de un trasatlántico de la empresa “Princess”, observaron durante el almuerzo a una señora viejita sentada cerca de la barra del restaurante principal. Notaron que toda la tripulación del barco, azafatas, camareros, mozos, etcétera, la trataban con mucha familiaridad. Preguntaron al camarero que les atendía que quién era esa dama. Suponían que les respondería que sería poco menos que alguna accionista de la empresa naviera. Pero no, el camarero les dijo que se trataba de alguien que venía viajando en el barco ida y vuelta durante los últimos seis viajes.

Una tarde, el matrimonio se cruzó con ella y aprovecharon para saludarla y conversar. Le preguntaron el motivo por el cual se había convertido en una pasajera permanente en los últimos seis viajes, pues no entendían este hecho. La vieja les respondió: “Es que resulta más barato que un asilo de ancianos en Estados Unidos, aparte de que no me gusta ese tipo de residencias. De ahora en adelante, viajaré en este crucero hasta mi muerte”

El costo promedio para cuidar ancianos en los asilos de los Estados Unidos es de algo más de 200 dólares diarios. Se puede verificar en el departamento de reservas de la compañía Princesa (como en cualquier otra empresa naviera) que se pueden obtener importantes descuentos comprando los pasajes con mucha antelación, además del descuento para jubilados que llega hasta 135 dólares día. El viaje le salía a la anciana viajera a 65 dólares por día, y, además, comentó:

  1. Abono 10 dólares de propinas.
  2. Tengo más de 10 comidas diarias en restaurantes de buiffet (o a la carta). O puedo solicitar el servicio en mi camarote, lo que incluye desayunar en la cama todos los días
  3. El barco tiene tres piscinas, un gimnasio, lavadora y secadora gratis, biblioteca, bar, Internet, cafés, cine, show todas las noches y un paisaje diferente cada día.
  4. Me facilitan pasta dentífrica , jabón, champú y secador.
  5. Me tratan como cliente y no como paciente. Con una propina extra de cinco dólares tengo la ayuda de todo el personal de servicio.
  6. Conozco nuevas personas cada siete o catorce días.
  7. Lavan la ropa de cama y las toallas todos los días, y no tengo que pedir que me lo hagan.
  8. Si usted va a parar a un asilo de ancianos y se fractura una cadera, por ejemplo, la única opción es el Seguro Social. Si te caes o tienes cualquier problema de esta índole, la compañía te acomoda en un suite.

Y la viejita continuó su relato: lo mejor que tiene esta empresa de cruceros es que puedes viajar por Sudamérica, el canal de Panamá, el Caribe, Australia, el Mediterráneo, Nueva Zelanda, los fiordos de Noruega o cualquier zona de Asia. Por esta razón –le dijo finalmente  la experta viajeraal sorprendido matrimonio–, no me busquen nunca en un asilo de ancianos. ¿Vivir entre cuatro paredes y un jardín como paciente de hospital? ¡No, gracias!.. Ah, se me olvidaba –concluyó la vieja–:… si uno muere en un crucero, te entierran en el mar ¡sin ningún costo!

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