Siete razones para recorrer la Ruta del Vino de Rueda… y ninguna es el vino

Hay mucho que descubrir: historia, naturaleza, gastronomía, artesanía…


La Ruta del Vino de Rueda se está mostrando como una de las más imaginativas y originales, un recorrido que circula por la historia, el arte, la naturaleza, la artesanía, la gastronomía y… naturalmente, los vinos, unos de los mejores de España. Hay mucho que descubrir y disfrutar en esta ruta, apta para toda la familia y que se puede hacer en cualquier momento del año, pero quizá éste, cuando se encuentran en plena vendimia, sea el mejor. Aquí te damos varias razones para no perdértela:

1. Descubrir los escenarios de la historia
La historia ha dejado un importante legado patrimonial en la Ruta del Vino de Rueda. En el camino se encuentran antiguos templos mudéjares, conventos y monasterios –que asesoran espléndidos bienes inmuebles– o los castillos-fortalezas como el castillo de la Mota en Medina del Campo, que cuentan mil batallas libradas en campos de Castilla y la importancia político-económica de esta región en épocas anteriores, especialmente bajo la figura de Isabel La Católica. En la Ruta se encuentra el lugar donde nació la reina, Madrigal de las Altas Torres, que pese a los períodos de decadencia, sigue conservando el trazado medieval de tipo radial, con dos centros: la Plaza de Santa María y la Plaza San Nicolás, de las que irradian sus calles empedradas. Otro lugar de interés es Tordesillas, donde se firmó el célebre Tratado de 1494, del que este año se celebra el 525 aniversario, entre Castilla y Portugal para repartirse las tierras del Nuevo Mundo. En el año 1509, llegó la reina Juana I de Castilla, y en el casi medio siglo en el que estuvo recluida, por aquí pasaron Carlos I, Felipe II y otros miembros de la familia real. En Medina del Campo está el Palacio Real Testamentario de Isabel la Católica, lugar en el que vivió, testó y murió la Reina castellana.

2. Disfrutar un relajante baño en aguas termales
De entrada, uno no suele pensar en aguas termales, en baños relajantes cuando se está en el corazón de Castilla. Sin embargo, a unos pasos de Medina del Campo se encuentra el Balneario Hotel Palacio de las Salinas, un establecimiento dedicado a la salud y la belleza, uno de los balnearios mas emblemáticos del país con las terceras mejores aguas madres de Europa y con una arquitectura que sorprende de la mano de los mismos arquitectos que diseñaron el Palacio de La Magdalena de Santander. No muy lejos –nada está lejos en esta Ruta– levantado sobre las ruinas del antiguo convento de Sancti Spiritus del siglo XII, el Hotel Castilla Termal Balneario de Olmedo, es un complejo termal de 4 estrellas compuesto por tres edificios que combina la singularidad del antiguo Convento Mudéjar con dos modernas edificaciones totalmente integradas. De su suelo brotan aguas con poderes curativos que se usan en la aplicación de técnicas termales y en la elaboración de cosmética. Se pueden disfrutar del bienestar de estas aguas mineromedicinales en la zona de balneario con sus piscinas termales, el Circuito de Contrastes o la amplia gama de tratamientos.

3. Alojarse en espacios con encanto
A lo largo de la Ruta del vino de Rueda hay alojamientos de todo tipo, desde albergues juveniles y campings a casas rurales y hoteles urbanos o balnearios que también ofrecen alojamiento, como se ha mencionado. Pero también hay otros que por sí mismos ya justifican el viaje. Es el caso, por ejemplo de la Posada Real Isabel de Castilla en Madrigal de las Altas Torres, con una decoración y un cuidado en los detalles excepcionales, un lugar ideal para pasar un fin de semana tranquilo. En las zonas comunes dispone de chimenea, zona de comedor y biblioteca, además de una amplia bodega. Las instalaciones incluyen una terraza, un jardín y salas para reuniones. Otro buen ejemplo es el Parador de Tordesillas, una casa solariega al abrigo de un frondoso pinar y un cuidado jardín, en un lugar donde la naturaleza ofrece el mejor paisaje. En la arquitectura y decoración de la casa domina el estilo castellano, y tanto sus jardines como sus espacios interiores son una invitación al descanso, la tranquilidad y el relax. Aquí se puede disfrutar además de baño turco, jacuzzi, piscina climatizada, sauna, gimnasio y zona de juegos infantiles.

4. Contemplar paisajes y naturaleza virgen
Los grandes campos de vides que pueblan la Ruta del vino de Rueda ofrecen un paisaje cambiante con distintos tonos según la temporada del año y el color que van adoptando las hojas. Pero hay otros espacios singulares en este territorio que permiten apreciar la naturaleza en todo su esplendor. Es el caso, por ejemplo, del Parque Natural de Castronuño sobre el meandro más grande que describe el río Duero. Las Riberas de Castronuño fueron declaradas reserva natural en 2002 por ser lugar de reproducción y refugio de una gran variedad de especies, algunas de ellas amenazadas como la garza imperial o el aguilucho lagunero. En Castronuño también tienen sus refugios invernales una gran cantidad de ánades reales, patos cucharas, porrones comunes, porrones moñudos y cormoranes. Es el único espacio protegido de la provincia de Valladolid. También resulta interesante el Parque “La era de la aves” en Fresno el Viejo, instalada en un palomar, donde se puede contemplar toda la flora, fauna y micología del entorno. La empresa Buteo (www.buteo.es) asociada a la Ruta propone distintas actividades relacionadas con el Turismo de Observación de la Naturaleza, para poner en valor y conservar los recursos naturales del territorio, en muchos casos combinando la observación de dichos recursos con las visitas a bodegas, museos y todo tipo de recursos culturales o artísticos.

5. Deleitarse con la gastronomía castellana
La cocina de nuestras abuelas, elaborada con tanto mimo y cariño, llega hasta nuestros días con un aire renovado. La innovación se une a la tradición para sacar el máximo partido a unas materias primas de primera calidad. En la Ruta del Vino de Rueda es imprescindible probar el lechazo asado con Indicación Geográfica Protegida (IGP) o el cochinillo, ambos asados en horno de leña, las lentejas de La Armuñas, los garbanzos de Fuentesaúco o las setas y hongos que nos regala el otoño. También hay que degustar la selección de quesos elaborados a partir de leche de vaca, las cuajadas o el requesón, tan naturales como sabrosos. La repostería tradicional, vinculada con frecuencia a viejos conventos, endulzará el camino. En la Ruta hay una veintena de restaurantes asociados donde bien comer, como los ya mencionados en balnearios alojamientos. Algunos nombres: La Botica de Matapozuelos,con una Estrella Michelín (http://laboticadematapozuelos.com), Mesón de Pedro (www.mesondepedro.com), en Matapozuelo, El Caballero de Olmedo (https://elcaballerodeolmedo.es), en Olmedo, La MejilloneraRestaurante Villa de Ferias (http://villadeferias.com/wordpress), ambos en Medina del Campo.

6. Visitar la cuna del verdejo
La Seca, considerada la Cuna del Verdejo, ya que aquí se inició su plantación de viñas en torno al siglo XVI, posee un patrimonio histórico, cultural y etnográfico que ofrece posibilidades para satisfacer diversos perfiles de visitantes, especialmente los que deseen conocer y explorar su oferta enoturística. Se sitúa en el epicentro de la Meseta castellana, con un elemento paisajístico uniformado: el viñedo y el cultivo de cereal, con tierras pardas y pedregosas, bebedoras de la cercana ribera del río Duero durante siglos, un paisaje singular que proporciona una tranquilidad para las personas que buscan un ocio equilibrado de descanso y disfrutar de los sentidos en un remanso de sosiego castellano. Sus catorce prestigiosas bodegas, ofrecen por todo el mundo sus mejores caldos de reconocido prestigio que pueden ser disfrutados a través de las Rutas Verdejas. Entre su oferta cultural y artística, destaca la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, obra de Gil de Hontañón de mediados del siglo XVI, con piezas maestras en su interior.

7. Comprar los productos del lugar
Repostería artesana, embutidos y jamones ibéricos, pan artesanal, quesos de leche cruda, hojuelas y bizcochos, pistachos, langostinos… son solo algunos de los productos que se elaboran con el cariño del trabajo personal en las tierras que atraviesa la Ruta del Vino de Rueda. Y naturalmente, cuando se está allí hay que caer en la tentación de comprarlos y disfrutarlos. Una buena muestra de lo que se ofrece puede apreciarse en Granja Cantagrullas, que elabora quesos artesanos de extraordinaria calidad, Los Quesos de Juan (www.losquesosdejuan.com), con varios distinguidos premios que ofrece una gran muestra de quesos de todo tipo junto a Las Reales Carnicerías en Medina del Campo, Palacio de Bornos (www.palaciodebornos.com) con una gran selección de vinos así como toda una serie de productos típicos de la gastronomía de Castilla y León, Pecado Artesano (www.pecadoartesano.com) que elabora singulares turrones, mazapanes y chocolates, así como panes especiales, y La Giralda de Castilla (https://lagiraldadecastilla.es) con deliciosos dulces, y para finalizar, aunque la lista podría ser enorme, las Reales Carnicerías (www.realescarnicerias.com) en Medina del Campo, considerado uno de los mercados más antiguos de España, de tiempos de los Reyes Católicos, donde una serie de puestos ofrecen productos de distintos tipo.

8. Y, naturalmente, disfrutar el vino de Rueda
Aunque titulábamos dejando de lado el vino, es irresistible conocer este vino que está entre los mejores blancos de Europa y que, además de su sabor, color y aroma, tiene una intensa historia que contar. Las condiciones climáticas y las características orográficas de sus suelos convierten a esta zona en privilegiada para el cultivo de la vid, especialmente la uva autóctona Verdejo, y confiere a sus vinos de una personalidad única con características inimitables. Sus orígenes vitivinícolas se remontan al siglo XI y, desde entonces hasta hoy, el cuidado de la vid y la elaboración de vino han dotado a esta tierra de una cultura y tradición que se ve reflejada en todos los aspectos de su personalidad, desde sus gentes a sus manifestaciones artísticas, sin olvidar, por supuesto, la gastronomía, que adquiere un papel protagonista. Tras años de trabajo por el cuidado y protección de la uva Verdejo, la D.O Rueda toma forma como tal en 1980, siendo la primera Denominación de Origen de Castilla y León en recibir este reconocimiento. Desde entonces los vinos blancos de Rueda han obtenido una importante fama internacional, con un carácter único. En la Ruta se encuentran destacadas bodegas, algunos verdaderos monumentos arquitectónicos, y casi todas ellas ofrecen visitas guiadas y experiencias únicas (Información sobre horarios de apertura y para concertar visitas en la web (https://www.rutadelvinoderueda.com/es/bodegas-a-visitar/), como la vendimia nocturna o el recorrido especial por El Hilo de Ariadna, de bodegas Yllera. Entre ellas destacan La Mejorada, bodega ubicada en un antiguo convento recuperado por el reconocido artista Rafael Moneo Protos, Reina de Castilla, Javier Sanz, Valdecuevas, Félix Sanz, PradoRey, Finca Montepedroso, Pagos del Rey, Val de Vid, Hijos de Alberto Gutiérrez, El Albar Lurton, Castelo de Medina… Mención especial merece Emina, bodega de vinos blancos y espumosos del Grupo Matarromera, con modernas instalaciones y avanzada tecnología que ofrece hasta siete tipos diferentes de visitas. También propone la almazara ecológica Oliduero, que supone una fuerte apuesta del Grupo Matarromera por la producción de aceite virgen extra de alta calidad, la sostenibilidad y el aprovechamiento de los recursos.