El Parador de Cangas de Onís, un parador “de diez”.

Enclave paradisíaco, edificio de importancia histórica, cuidada gastronomía con productos autóctonos y un muy esmerado y atento servicio son motivos más que suficientes para que el Parador de Cangas de Onís (Asturias) haya sido reconocido como el Mejor Parador de la Red 2016 por los Amigos de Paradores.


Un entorno de ensueño conformado por el arrullo del río Sella, la proximidad de los Picos de Europa y el Santuario de Covadonga, las mejores playas de España, una impecable atención y cuidada gastronomía, otorgan al Parador de Cangas de Onís la mejor posición en toda la Red de Paradores.

Este espectacular establecimiento forma parte de los noventa y cuatro que componen la Red, constituida en 1928, y este año 2016 ha sido valorado con una nota media de 9`5 como “el mejor” por los usuarios de la tarjeta “Amigos de Paradores”.

Situado a sólo dos kilómetros de Cangas de Onís, este magnífico parador se ubica en lo que fue en su día monasterio de San Pedro, construido bajo distintos estilos arquitectónicos, desde el románico al barroco.

Históricamente, este monasterio benedictino (siglos XII-XIII) hunde sus raíces en el erigido por Alfonso I el Católico en el siglo VIII a petición de su esposa Ermesinda, hija de Pelayo y hermana del rey Favila, despedazado por un oso, quién tenía aquí su palacio.

El que fuera en sus orígenes residencia y primer panteón de dichos reyes asturianos, fue convertido finalmente en 1998, en el encantador hotel que es hoy.

De sus sesenta y cuatro habitaciones, once están ubicadas en sendas celdas del monasterio. Una de ellas, la del abad, era la más grande y la que estaba mejor situada con vistas al Sella, con el objeto de que nadie pescara sin su consentimiento, pues el Monasterio ejercía el control del río, como concesión del rey Alfonso I.

De hecho, la tradición del “campanu” o anuncio del primer salmón pescado en la temporada, nace aquí, en los monasterios asturianos de Villanueva de Cangas de Onís y de Cornellana y así, cada último domingo de abril, cuando se abre la veda y se pesca el primer salmón, se hacen sonar las campanas del campanario de la iglesia de San Pedro.

El Parador comparte pues, terrenos con la iglesia de San Pedro que ofrece una interesante mezcla de estilos, con su sorprendente portada románica del siglo XII y su conocida secuencia de la historia del rey Favila, que comienza por el ilustrativo “Capitel del beso”.

Dicha iglesia, se comunica al interior con lo que fuera el Panteón Real de la capilla de San Miguel, donde estuvo enterrado Alfonso I y que, cuando la ocasión lo requiere se transforma en un bellísimo comedor privado.

El apartado gastronómico está especialmente mimado en el Parador de Cangas de Onís. Dos espacios: el “Cheese Bar” y el restaurante “Especia” ofrecen lo mejor de la generosa gastronomía asturiana.

El Cheese Bar lo hace basándose en la extensa oferta quesera de Asturias, con más de cuarenta tipos de quesos, de los que se prueban, entre otros, los “reyes” de la zona: el Gamonéu y el Cabrales. Sólo en 2016 se hicieron unas 2.000 catas, siendo uno de los establecimientos hosteleros asturianos donde más queso se consume.

Por otro lado, la carta de este “bar de quesos” ofrece otras tentaciones, basadas, asimismo, en otros exquisitos productos de la tierra.

Asimismo, en el restaurante “Especia” cuya oferta gastronómica asesora el chef Mario Sandoval (premio nacional de gastronomía y dos estrellas Michelín) la gastronomía es una de las más cuidadas de todos los restaurantes de Paradores.

Como platos e ingredientes estrella, entre otros: los “tortinos” de maíz, los pescados del mar Cantábrico, las carnes con Indicación Geográfica Protegida y entre sus fastuosos postres, el arroz con leche: el Mejor de la Red de Paradores. En el apartado de bebidas, se mima lo autóctono y en la carta de vinos se ofrecen buenos caldos de la Tierra de Cangas del Narcea, o sidras, en versión natural o de autor.

Para disfrutar de todas estas excelencias, el Parador de Cangas de Onís cuenta, entre otras estancias, con lo que fue la antigua cocina, la mejor de los cenobios benedictinos de la época, porque su impresionante chimenea no “revocaba el humo”.

Es éste un parador cuyo equipo directivo cuida especialmente la celebración de eventos que impliquen a los clientes con el entorno y la cultura que de él se desprende y, obviamente, con su rica gastronomía.

Así, en febrero, se celebra “la cena monacal” en la que, con la amenización de actores se comparten menús típicamente benedictinos, elaborados con recetas basadas en los libros de compras de los monjes.

Y en verano, durante el Festival “Veladas mágicas en el claustro”, se realizan conciertos y eventos donde diferentes artistas actúan a la luz de las velas en el claustro barroco del monasterio.

El Parador-Monasterio tiene, igualmente, mucha vida cultural a lo largo del año, con la celebración de interesantes tertulias en la elegante biblioteca y clases magistrales de Historia del Arte.

Por último, para completar la sesión de placeres, también se ofrecen tratamientos corporales muy especiales siguiendo la tradición “thai”, utilizando hierbas de las propiedades del monasterio y realizados en el antiguo pozo de la abadía.

El Parador de Cangas de Onís es, sin dudarlo, un parador “de diez”. http://www.parador.es/es/paradores/parador-de-cangas-de-onis

Publicado en la revista VIAJAR de mayo de 2017