Lago de Izabal, Guatemala

Estamos en pleno invierno, comenzando la segunda semana de agosto. Se abre la puerta del mastodóntico pájaro volador; la temperatura es ideal, 24 grados. Me estiro disimuladamente para ser correcto después de casi 12 horas de vuelo desde Madrid. Son las 10 de la mañana y me voy a visitar la capital, donde en el interior de la moderna urbe está la antigua ciudad maya Kaminaljuyú que data de hace unos 2.000 años.

Posteriormente almuerzo en uno de los restaurantes gourmet, “Kakao” donde la cultura, la artesanía y la gastronomía hacen un maridaje que nos da la bienvenida cordialmente a este país. Tras los postres, al helipuerto para trasladarme a uno de los lugares más hechizantes y bellos de Guatemala. En 30 minutos estaré en el Lago de Izabal, de 45 kms de largo por 20 kms de ancho. Sus aguas dulces y serenas drenan acariciando el Caribe.

Sobrevolamos las rubias playas caribeñas y remontamos la bahía de Amatique, a través de Río Dulce entre las grietas de los escarpados y monumentales cañones calizos atiborrados de exuberante vegetación, refugio de colonias de aves marinas, donde se encuentran los más ricos ecosistemas acuáticos. Hábitat del manatí, así como de los cocodrilos acutus. Salimos de las gargantas hipnotizantes y aparece la gran mancha de agua dulce, tupida de vegetación selvática, repleta de vida. Nos saludan en pleno vuelo bandadas de tucanes y garzas. En unos instantes divisamos la población de Mariscos y entre las pocas luces, sobresalen las del helipuerto del “G Boutique Hotel”, unos de los establecimientos más exclusivos de este país. Un alojamiento escondido en un paraíso donde cohabitan tres de las cuatro etnias presentes.  Allí seremos testigos de expresiones de la cultura garifunas; compartiremos ritos y tradiciones de los mayas.  Un lugar enclave privilegiado donde pretendo relajarme, desestresarme y terminar mi segundo libro sobre análisis turístico.

Aterrizamos en el “G Boutique Hotel” con tan solo 20 lujosas habitaciones y todos los servicios, “habidos y por haber”. Toca descansar, ya que mañana nos espera en nuestro embarcadero un pequeño yate con capitán para conocer este embrujado lugar silenciado a orillas del lago más grande de Guatemala.

Amanece y las aves y los monos aulladores nos hacen despertar para volver a entrar en este territorio de ensueño. Desayuno de exquisitas frutas tropicales en el restaurante sobre el lago. El capitán nos espera en la embarcación rápida para llevarnos a uno de los afluentes más bellos que desembocan en el lago, Río Oscuro, donde disfrutaremos de una jornada de pesca entre monos, armadillos, osos hormigueros, cocodrilos, garzas y miles de mariposas azules gigantes que se posaran en nuestra lancha para hacernos compañía. Cuando más distraído y perdido me encuentro en la observación de tan bello paraje, se me engancha en mi caña un róbalo de medio metro. Comienza una tremenda y larga lucha que no ganaré. El perciforme inteligente y más hábil, me vence y señorialmente se va río arriba. Derrotado por la sabia naturaleza le indico al capitán que nos lleve a otro emplazamiento de máximo relax; para reconfortarme. A toda máquina, rumbo a Finca Paraíso donde se encuentra una cascada de aguas termales y saunas naturales donde inicio un par de horas de máxima conjunción con la naturaleza y de donde fluyen las mejores ideas para mi libro, a excepción de un colorido y juguetón pez caprichoso que no para picotearme. Bueno el día ha sido intenso, rumbo al hotel a cenar y disfrutar del genial chef.

También les recomiendo visitar Quiriguá singular yacimiento arqueológico perteneciente a la civilización maya, Patrimonio de la Humanidad. Siete Altares,  llamado así por la formación de siete pozas naturales en el recorrido del río hacia el mar Caribe, es el balneario más grande del departamento. Livingston, principal municipio del Lago que está poblado por habitantes de la etnia garifuna, que llegaron del continente africano a mediados del siglo XVIII. El Boquerón, un lugar para pasear en canoa o a nado que le permitirá experimentar la sensación de ser tragado por las montañas.

Bueno no les quiero contar nada más, de regreso a la capital no se olviden de Antigua y Tikal, ambas Patrimonio de la Humanidad. Les garantizo que este viaje les va aportar 10 años más de vida, si no se lo creen, no vayan y se arrepentirán.