La hospitalidad se llama Malta (I)

Tal vez sea el haber sido durante siglos sede de la Soberana Orden militar y Hospitalaria de San Juan, más conocida como la Orden de Malta,  lo que ha hecho que el pueblo maltés tenga la hospitalidad tan profundamente arraigada en su personalidad, que no se concibe el uno sin la otra, ¡doy fe de ello!

Este archipiélago, uno de los países más pequeños del mundo pero con la mayor densidad de población de la Unión Europea, guarda numerosas huellas de su variado pasado; dicen que fueron sicilianos los primeros pobladores de la isla; luego fenicios, que la llamaban Malat (refugio seguro),  cartagineses, hasta que la segunda guerra púnica Malta pasó a  engrosar los territorios del Imperio Romano. Es, durante la época romana, cuando San Pablo naufrago en sus costas. Después árabes, cuya influencia encontramos en la lengua maltesa  pues  sus habitantes se convirtieron al islam para no ser esclavizados; Normandos, de cuya presencia aún perviven los títulos nobiliarios instituidos, y que reintrodujeron el cristianismo en las islas en 1127. En 1282 Malta pasa a formar parte de la Corona de Aragón, hasta que el emperador Carlos I de España, en 1530, la arrienda a perpetuidad a cambio de un halcón maltés anual,  a la Orden militar y Hospitalaria de San Juan.  Esta Orden nació cuando en el año 1084 unos mercaderes napolitanos fundaron en Jerusalén un hospital para peregrinos bajo la advocación de San Juan Bautista. Cuando los musulmanes les obligaron a retirarse, fueron a Rodas y, al tener que abandonarla, en su búsqueda de un lugar para asentarse, llegaron a Malta, donde su gobierno duraría hasta finales del siglo XVIII, cuando Napoleón invadió la isla en 1798. Los Caballeros no pudieron defender la isla frente a los franceses, pues ellos tenían como misión proteger la fe católica contra las fuerzas musulmanas, pero no luchar contra otros católicos, y se vieron obligados a abandonar la isla. Sin embargo, fue la  actitud del francés ante la religión católica, la que  hizo que los malteses se rebelaran y, ayudados por los ingleses y por el “Reino de las dos Sicilias” (Nápoles y Sicilia), vencieran, pasando, tras el tratado de Paris, a formar parte del Imperio Británico (aún se conservan algunas típicas cabinas de teléfono rojas). Malta fue declarada independiente en 1964 y en 2004 se adhirió a la Unión Europea.

En la historia de Malta fueron muchos y numerosos los asedios sufridos a causa de los turcos otomanos y fue el Gran Maestre de la Orden, Jean Parisol de la Vallette,  quien decidió construir, en 1566, la “Humilissima Civitas Vallettae” pensando en una fortaleza para proteger los dos puertos situados a ambos lados de la rocosa península: Marsamxett y Grand Harbourg. Sin embargo pronto comenzó a ser conocida como “Superbissima” (“mas orgullosa”) ,por la edificación posterior de los bellísimos construcciones barrocas: palacios, casa mobiliarias, iglesias y jardines….. Desde 1980 es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Accediendo a La Valeta por la “City Gate” y la “Fuente de Tritón”, podemos observar las murallas que rodeaban la ciudad y que muestran el carácter defensivo que tenían. Pero la ciudad es algo más que fortificaciones, ¡mucho más!. Es una combinación armoniosa de edificios barrocos, renacentistas, neoclásicos e incluso modernos, la mayoría de tono marrón claro debido a la caliza utilizada en su construcción, donde destacan los sobresalientes balcones de madera de todos los colores, dicen que derivados del tradicional mirador árabe. Es un entramado de calles rectas que se cruzan formando una cuadrícula (solo en algunas ocasiones encuentras escaleras para salvar desniveles de la orografía del lugar) y es en  la calle República, centro de la ciudad,  junto con su paralela calle Merchants, donde encontramos la mayoría de las casas, palacios barrocos, iglesias, edificios  oficiales, y numerosas tiendas que ofrecen los productos artesanales de Malta:  vinos, quesos, sal de Gozo, artesanía de cristal y los encajes de bolillos de fama mundial.

Los primeros edificios construidos fueron “Los Albergues” o “Auberges”, residencias nacionales que pertenecían a las distintas lenguas parte de la Orden (divisiones geográficas en las que la Orden de Malta se organizó desde el siglo XIV) y, aunque no todos los edificios han sobrevivido, si lo han hecho, para alegría nuestra, el Auberge d´Aragon, que cuenta con una capilla dedicada a la Virgen del Pilar y que es en la actualidad sede del Ministerio de Finanzas y el Auberge de Castilla, la sede oficial del Primer Ministro, que se ubica en el punto más alto de la ciudad, pues eran quienes se ocupaban de vigilar la fortificación de la capital de Malta.