Los almadieros nunca mueren

Bellos pueblos del pirineo catalán conmemoran cada año su fascinante y antiguo oficio de viajar  por las bravas aguas de los ríos


¿Es razonable conmemorar todas las tradiciones de un país o de un determinado  lugar? Las tradiciones son, efectivamente, una de las muchas prácticas rememorativas que permite a la gente de todo el mundo relacionarse y estrechar lazos comunes. Sin embargo, no todas las tradiciones en las que se persevera son costumbres cultas, éticas, válidas, y útiles para propiciar la exaltación de valores humanos. Muchas veces, se perpetúan  tradiciones que son una visión negra y sórdida de la brutalidad humana cuando se maltratan personas, animales o paisajes. Y lo más paradójico es que, en estos casos, nativos o lugareños justifican y defienden a ultranza sus remembranzas ¡por históricas y culturales razones!

Fiesta de los almadieros

Afortunadamente, entre las tradiciones dignas de ser reivindicadas se encuentra la de los almadieros y sus almadías (raiers y rais en lengua vernácula) La función de las almadías (o  balsas), hechas de troncos de madera alineados y enlazados entre sí, era transportar los propios troncos -la madera siempre ha sido uno de los materiales más importantes usados en la construcción- desde las altas montañas hasta los valles o puertos de mar aprovechando el curso río abajo de las turbulentas aguas fluviales, como las del Noguera Pallaresa, el Segre o el  Garona.  Una de las pocas zonas del mundo donde anualmente se rememoran festivamente  los fascinantes viajes de los almadieros se ubica en el Pirineo Catalán.

Son  Coll de Nargó La Pobla de Segur  los principales y hermosos pueblos donde se revive, una vez al año, el descenso de las almadías en un tramo simbólico de 6 o 7 km. Los almadieros van ataviados con los trajes tradicionales de faena. La fiesta conmemorativa, declarada de Interés Turístico Internacional, se celebra en julio o agosto y se completa con diversos actos culturales, folclóricos y gastronómicos. En palabras de Alex Ferré, Presidente de la Asociación de Almadieros de Coll de Nargó, “Esta tradición es una manera de unir al pueblo y sentir todos el orgullo de pertenencia. Una seña de identidad que forma parte de nuestro ADN”. Una estrofa de su himno así lo reafirma:

Soy hijo del Noguera,

dentro de una almadía nací,

mi esposa es almadiera,

y almadiero quiero morir

El sentido de pertenencia de los almadieros tiene mucha raigambre si se evoca su historia: “Durante  los últimos siglos –agrega Ferré- las cien familias del pueblo vivían de este antiguo oficio”. Para hacer memoria basta acercarse a su Museo, ubicado dentro de la “Ruta Turística de los Oficios de Ayer”, donde se pueden admirar las fotografías, los utensilios usados, y otros vestigios de este ancestral transporte fluvial.

Marineros de agua dulce: un oficio duro y de alto riesgo

La estética de este emocionante oficio no oculta la severidad y los riesgos contingentes que este trabajo comportaba. Para conducir la almadía se requerían hombres fornidos, de gran fortaleza física, capaces de desatancar la balsa a base de músculos frente a cualquier dificultad o imprevisto. El curso fluvial no estaba exento de peligros cuando la almadía atravesaba rápida difíciles tramos o recodos. Había que estar muy atentos durante la travesía dado que esta rudimentaria balsa podía ser dirigida por un remo en proa y otro en popa, pero no frenada. Otro grave peligro que podía correr el almadiero era caerse al río y ser atropellado por la propia almadía. O incluso quedar atrapado bajo ella con grave riesgo para su vida. (Hace algunos años, el conocido político catalán Josep Borrell, natural de La Pobla de Segur,  pasó por un trance similar, afortunadamente sin más consecuencias que un remojón, al participar en una de las fiestas conmemorativas)

Por todo ello, no es difícil inferir que los almadieros eran, ante todo, hombres amantes de la aventura y deseosos de ver mundo. No en vano, los destinos de su mercadería (los propios troncos de su balsa) podían distar del punto de partida muchos kilómetros, incluso llegar a puertos de mar. En estos casos, se precisaban unos 15 días para culminar el transporte, por lo que estos marineros tenían que amarrar la almadía en recodos tranquilos, a modo de embarcaderos, y hacer noche en albergues cercanos. Eso sí, los almadieros tenían el privilegio de estrenar en cada viaje ¡una nueva embarcación!Pero el regreso no era nada halagüeño. Lo hacían espardeixan*. Esto es, a pie, a golpe de alpargata, por lo que se demoraban dos meses en llegar a sus hogares, donde aguardaban sus mujeres que en su ausencia habían cuidado de la familia, la casa y el ganado. Actualmente, las mujeres han dotado de una nueva energía a la tradición, al haberse incorporado de forma activa en la navegación conmemorativa.

Significados psicosociales de las tradiciones

“Hay unos pájaros que vuelan marcha atrás porque les interesa más ver de dónde vienen que a dónde van”. Así describe Jorge Luis Borges  la nostalgia  en su “Libro de los seres imaginarios”. Pero la conmemoración de los almadieros muy poco tiene que ver con la pulsión nostálgica con la que pudiera ser aquella confundida. Esta tradición de los pueblos del Pirineo Catalán ayuda a comprender a sus habitantes la estructura y los fundamentos de la sociedad en la que ahora viven, gracias al esforzado oficio de sus antepasados. Joan Miró, responsable de Cultura de Coll de Nargó, resalta así su importancia: “La tradición almadiera les recuerda que son parte de una historia irrepetible que procede de la época romana, que define su pasado, y que la reviven hoy como una sola familia” Ciertamente, cuando se ignora el significado de las tradiciones se está en peligro de dañar los cimientos de la propia identidad. Lo saben muy bien los almadieros catalanes que año tras año rememoran la epopeya de este antiguo oficio. Hay quien dice que el defecto de la historia es que siempre está en varios tomos. Pero la grandeza de una tradición como la de los almadieros del Pirineo Catalán también reside en que los modernos viajeros interesados en esta epopeya la pueden revivir hoy, en vivo y en directo, con los habitantes de esos pueblos, porque los almadieros, como los viejos rockeros, ¡nunca mueren!

* Caminando con sandalias de esparto típicas del hombre del campo

Más info: www.aralleida.cat/ www.franciscogavilan.net
Fotos: Oriol Clavera y Turmix