Poner un pie en Nueva York es como entrar en esos escenarios que tantas veces hemos visto en las películas. Es una ciudad impactante y probablemente la más icónica del mundo. Su arquitectura, glamour, elegancia, gigantez y multiracialidad la convierten en uno de los destinos más deseados por los amantes del turismo urbano.
Es la cuna de una gran cantidad de movimientos culturales y núcleo financiero por excelencia. Su grandeza la coloca en la mente de muchos como la capital del mundo, por eso recibe más de cincuenta millones de visitantes al año.
Esta metrópolis da para mucho, y no sólo por sus dimensiones, sino por todo lo que puedes encontrar. Cualquier rincón, a buen seguro, quedará impreso en la memoria de quienes la visitan. Además de la magia que tiene Nueva York, cada uno de los lugares de la Gran Manzana esconde un magnetismo que genera miles de sensaciones.
En la esquina entre la Avenida Broadway y la Séptima se ubicaron las oficinas del periódico The New York Times y de ahí proviene el nombre de Time Square: el punto más dinámico y enérgico de la Gran Manzana. Con sus gigantescas pantallas luminosas y colmada de los teatros de Broadway, aburrirse es realmente imposible.
La Catedral de San Patrick es el templo católico de estilo neogótico más grande de América del Norte. Recibe diariamente miles de fieles y visitantes para deleitarse con sus destacados altares, su órgano de casi cuatro mil tubos y su majestuosaespaciosidad interior. Ócupa toda una manzana y cuenta con torres de más de cien metros de altura sin embargo, contrasta lo humilde que parece esta obra arquitectónica en comparación con el Rockefeller Center, que justo frente a ella, la supera considerablemente en altura.
Central Park es una visita obligada donde necesitarás como mínimo, medio día para recorrerlo. Resulta muy interesante la sinuosidad de la naturaleza y el verde de los árboles entre los rascacielos que lo enmarcan. Esta atmósfera de calma en el corazón de la ciudad que nunca duerme es dos veces más grande que Mónaco. En su interior puedes deleitarte con más de una treintena de esculturas, en su mayoría donadas.
Un paseo por la historia de la Nueva York es recorrer cada uno de sus barrios. Harlem, acoge a la mayor comunidad afroamericana y asistir a una ceremonia góspel es realmente sorprendente y único. Visitar la autenticidad de El Bronx y el estilo de Brookling te permitirán contemplar los contrastes de esta ciudad. China Town y Little Italy reflejan parte de la historia a la vez que te permiten viajar a otros rincones del planeta y empaparte de sus culturas sin moverte de allí. El Soho y Dumbo son un reflejo de reconversión urbana; el primero, una antigua zona industrial convertida en un enclave para los amantes de la cultura y el arte y el segundo, un punto ocupado por emprendedores de la innovación y nuevas tecnologías.
Los puentes más famosos, el de Brooklin y el de Manhatan, son imprescindibles de atravesar a pie o en bicicleta. Desde cualquiera de ellos ves la panorámica del otro y un clásico, el skyline más famoso del mundo.
¿Qué te parece si tocamos el cielo? El Empire Estate Building con sus más de cuatrocientos cuarenta y tres metros te lo pone fácil. Te ofrece las mejores vistas de la ciudad.
La Estatua de la Libertad es el icono de Nueva York. Se encuentra en la isla de la Libertad y tendrás que tomar un ferry o disfrutar de su panorámica si coges el Ferry hasta Staten Island. Hacerlo al caer el sol te proporcionará una de las imágenes más fotogénicas con la ciudad encendida.
Su oferta cultural es infinita. Cuenta con tantos espectáculos, musicales, obras de teatro para disfrutar que se hace difícil elegir. La oferta de museos es enormemente amplia y de gran nivel con el Moma o el Museo de Historia como máximos exponentes en sus respectivos campos.
En la Zona Cero encontrarás El Memorial, dos monumentos impresionantes en forma de piscinas gigantes ubicados cada uno en las bases donde estuvieron una vez las Torres Gemelas. Este lugar rinde un homenaje a las víctimas que murieron en los atentados terroristas en 2001 junto con el Museo del 11S. Es un lugar sobrecogedor por los detalles, objetos, fotografías y testimonios que se observan de aquel desastre y que debes afrontar con sensibilidad y respeto.
Sentirse como una auténtica loba de la bolsa en Wall Street, tiene su aquello en el distrito financiero, donde los edificios de la Reserva Federal o la Bolsa con su arquitectura particular te empoderan con sólo mirarlos. Si quieres llevarte algo de buena suerte, no dejes de acercarte al famoso toro al que tanta gente le toca los testículos.
Me atrevo a decir que la Grand Central Terminal es el hall más bonito que he visto. Se respira elegancia, romanticismo y por qué no, cierta nostalgia por eso de las despedidas o bienvenidas que allí se dan. Es mucho más que una estación de tren.
El High Line no es un simple parque. Han reconvertido una antigua línea de ferrocarril elevada y con dos kilómetros en un paseo agradable con abundante vegetación y arte al aire libre.
Nueva York no deja indiferente a nadie. Es emocionante e inspiradora.