Ombligos del mundo: la pasión de excéntricos viajeros en busca del “centro de la tierra”

“Se cree el ombligo del mundo” o “¡Deja ya de mirarte el ombligo! Son frases típicamente críticas que se dedican a aquellas personas que se consideran imprescindibles, importantes, y únicas, y a las que nada les importa los demás. Son egocéntricas. Lo valoran todo atendiendo a la importancia que tiene para su ego. Te refriegan tanto sus títulos que parece que tengas que ofrecerles ¡dos asientos en lugar de uno!.  Un egotista como Ambrose Bierce las describe  muy bien: “Son personas de escaso gusto, más interesadas en sí mismas que en mí”

Lo curioso del modo de concebir así el mundo, es que no sólo es propio del individuo egocéntrico o narcisista. También es común a grupos étnicos o países enteros. La actitud egoísta y de sobrevaloración de la nación propia respecto a las demás se pierde en la noche de los tiempos. Nadie piensa que ser español,  inglés, o ruso, por ejemplo, no es ningún motivo de orgullo. Es algo involuntario. Ninguno hizo esfuerzos o méritos para nacer acá o allá. Pero así de estúpido es el etnocentrista.

Etnocentrismo, un fenómeno mundial

La psicología étnica, la mitología, el culto, la religión y el “pueblo” es algo que “sobrepasa a la mera suma de individuos y hace una unidad de la multiplicidad de individuos”. A este fenómeno etnocentrista se la ha llamado “el ombligo del mundo” o “símbolo del centro”, a partir del cual el pueblo cree que en su país se ha realizado la creación del mundo. Así, en la actualidad, son numerosos los lugares de nuestro planeta

que se han apropiado, especialmente por sus ancestrales nativos, del título de “ombligo del mundo”. .Y son  buen número los viajeros excéntricos (entre ellos el que suscribe este artículo) que visitan estos sitios esparcidos por toda la Tierra para perseguir y descubrir la verdad entre el mito, la tradición, la historia y la leyenda. A menudo, esta clase de “turista” ha de inyectarse una buena dosis de fantasía para no morir de realidad.

Ingersoll, en cambio, alaba la sensatez de una mula, que es mucho más realista: no tiene orgullo de ancestros ni esperanza de posteridad.

Extracto de los lugares  “Ombligos del mundo” 

En la ciudad griega de Delfos, por ejemplo, se puede contemplar el “Ónfalo”. Una roca dejada por Zeus para señalar, de acuerdo con los conocimientos geográficos de la época, el “centro del mundo” real. En un contexto religioso, la piedra también indica el punto de contacto entre el Cielo y la Tierra. Algunos ingenuos viajeros aún esperan encontrar en el mito del Oráculo de Delfos, alguna descendiente de la Pitonisa, que era la encargada de aventurar el futuro, para asegurarse de si el próximo fin del mundo está tan cerca que no merece la pena dejar de fumar, ni de beber, ni hacer el idiota. Pero no sólo los griegos se creían el ombligo del mundo. Casi todas las culturas piensan lo mismo de sí mismas.

Isla de Pascua (Chile) es, en este sentido, otro de los lugares etnocentristas  más conocidos.  En mis más de 25 viajes a Chile, uno no podía resistirse a visitar la isla más célebre del mundo por sus moais (enormes estatuas de piedra que representan a sus ancestros indígenas). Pero no sólo por esos monumentos. También porque posee el “Te pito te Henua” (el “ombligo del mundo”). Se trata de una singular formación volcánica. simbolizada en una roca desnuda en un océano,  muy parecida a un ombligo petrificado. Creer en esta interpretación etnocentrista es una cuestión de fe. Decía un socarrón profesor que tuve en el Bachillerato “que todo puede ser verdad y ¡no haber sucedido!”. Sin embargo, “La isla de Pascua es un planeta a escala, que representa lo que le puede pasar al mundo” opina Rodolfo Pérez, Asesor de la Municipalidad refiriéndose al plan ambiental de proteger los recursos naturales de la isla. Según él, la Isla de Pascua no es sólo el ombligo del  mundo, ¡representa al planeta entero!

En el mito de la creación, la palabra quechua “Qosqo” significa el “ombligo de la Tierra.”. Y eso es  ni más ni menos la ciudad de Cuzco (Perú) para los incas. Recuerdo en mi viaje a Machu Pichu, haber llegado a Cuzco y verme obligado de inmediato a tumbarme en la cama del hotel para tomar una dosis de cocaína para mitigar loa mareantes efectos de la altura. En los días posteriores sustituí la coca por el pisco, un excelente trago típico peruano (y chileno) cuya ingesta te puede hacer creer que, en efecto, te encuentras en el ombligo del mundo. O cualquier otra cosa. Como que eres más fuerte que el portero de una discoteca…

En La Meca (Arabia Saudita), La Kaaba, es el lugar sagrado del Islam, que también ha sido considerado “el ombligo del mundo”. Un texto islámico asegura que “Cuarenta años antes Alá creó los Cielos y la Tierra, y la Kaaba era un punto seco que flotaba sobre el agua, y desde ahí se expandió el mundo” (citado en el libro Contested Holiness, de Rivka Gonen). Los musulmanes creen que toda la Tierra es una mezquita y La Kaaba (el edificio cúbico o el dado central donde los peregrinos dan vueltas en torno a él) es la referencia simbólica del “centro del mundo”. Todas esas creencias que empiezan por uno mismo son como “el pequeño argentino que todos llevamos dentro”.

La mezquita de Al-Aqsa (Jerusalén), (“la más lejana”) tiene forma abovedada porque se cree que indica “el ombligo del mundo”. Dentro del Domo la Roca (la cúpula dorada que aparece en casi todas las postales de Jerusalén) es muy sagrada porque el mundo fue creado a partir de la piedra fundamental del mundo. Parece una amarga ironía que la ciudad de Jerusalén se la llame “Princesa de la Paz”. Desde hace más de dos milenios, nunca ha habido paz en ella. Las tres religiones  mundiales –judaísmo, cristianismo e islamismo—hicieron de Jerusalén “la manzana de la discordia”. Aunque, al respecto,  siempre hay gestos para la paz.. No recuerdo que Papa de los últimos tiempos se declaró a favor del desarme y empezó porque las lanzas de su  Guardia Suiza llevaran un corcho en la punta. No está mal.

Urulu (Australia). Con una altura de más de 500 metros y 9 km. de longitud, Urulu, un  formidable monolito de color rojo, constituye uno de los símbolos más emblemáticos de Australia. Por un lado,  por su significado espiritual, y, por otro, por su aspecto majestuoso que cambia en función de la hora y también dependiendo  de  la distancia  desde la que se le observa, o, incluso de los rayos solares (se recomienda visitarlo al atardecer o al anochecer). Esta formación se creó hace 500 millones de años y se ubica en el Parque Nacional de Uluru-Kata-Tejuta.

Los aborígenes  de esta gran planicie, una de las razas más antiguas de la Tierra, bautizaron este monolito como “el ombligo del mundo”. A los apasionados de visitar este enclave se les advierte de que, por tratarse de un lugar sagrado, se considera una falta de respeto escalar el monolito. Resulta decepcionante ver sólo el enigmático envoltorio de este secreto. Porque cuando las viajeros buscan la verdad dudan de los que la han encontrado y te impiden verla.

Bodh Gaya (India). Cuenta la leyenda que cuando Buda se sentó en este enclave sagrado fue cuando alcanzó la iluminación, es decir, la “Vajrasana” o “El trono del diamante”. Se decía que cuando sobreviniera el fin del mundo, éste sería el único lugar en desaparecer y el primero en resurgir de las cenizas del universo. Este pensamiento concuerda con la teoría de los grandes cataclismos de Cuvier. En ella se postula una periódica aniquilación de todos los seres vivos y la subsiguiente nueva creación. Esta teoría fue descartada hace tiempo por modernos especialistas. La aparente “reencarnación” de un nuevo ser humano en un futuro tampoco ha sido nunca confirmada por el Vaticano, dado el dudoso éxito que tuvo Dios en implantar la primera Humanidad. (Si hemos de reencarnarnos, por favor, ¡que sea en otro Planeta!)

Sierra Nevada de Santa Marta (Colombia). Los Arhuacos y los Koguis, aborígenes de esta región colombiana, se autoproclamaron desde tiempo inmemorial primogénitos de la Humanidad. Su territorio es “el centro del mundo”. Allí se crearon, según ellos, los primeros seres para que guardasen y conservaran el equilibrio del mundo. (¿Qué fue de Adán yEva?: ¡Atrévete a pensar!”) El periódico El Tiempo, de Bogotá, publicó hace tiempo una Declaración a la Humanidad elaborado por los arhuacos, que resume muy bien la visión identitaria que tienen estos indígenas de sí mismos. 

Según estos indígenas, la vida tiene una sola ley sagrada inmutable, preexistente, primitiva, y sobreviviente a todos y a todo. Esta ley natural es violada hoy por los seres humanos y lleva a la Madre Tierra al despeñadero. Los aborígenes exigen imperativamente a la Humanidad un cambio radical de la conducta que se le da a la Madre Tierra. Todos estamos en deuda con ella. ¿Quién le paga el aire que respiramos, el agua que fluye, la luz del sol?. La madre universal reclama estos pagos. Y los aborígenes se ocupan de que se paguen estas deudas para conservar la armonía y el equilibrio de la naturaleza. Su Sierra Nevada es el “corazón del mundo” y el “origen de la vida”. Es cierto que en el Manifiesto de  estos grupos indígenas se percibe un exagerado etnocentrismo –si se me permite esta redundancia–  al autoproclamarse “guardianes del equilibrio del mundo”. Pero apartemos por un momento la mirada de nuestro ombligo y pensemos si la exageración de estas tribus colombianas ¿no es una verdad que ha perdido su paciencia?

Popurri  para todos los gustos  

Ludbrec (Croacia). Los habitantes de esta pequeña ciudad croata consideran desde  hace siglos que viven en el “centro del mundo”. Según la leyenda, un tal Erasmus Weddigen lo demostró usando un compás y un mapamundi. Tomando la propia ciudad

de Ludbrec, comprobó que todas las grandes urbes se sitúan alrededor de sucesivos círculos concéntricos. Así, cada 1 de abril, sus habitantes celebran el día del “centro del mundo”. La Ciudad Mitad del Mundo, en Ecuador, se ubica en la latitud cero grados y cero segundos, esto es, exactamente sobre la línea que divide el planeta en dos hemisferios: Norte y Sur. De suerte que una de las principales atracciones de la ciudad es la posibilidad de situarse con un pie en cada hemisferio. Durante  mi estancia en Acra, la capital de Ghana (África occidental) pregunté curiosamente a un culto nativo por este magma geológico/geográfico. Porque para hallar el centro cartográfico exacto, además de la latitud, también es preciso conocer la longitud, y ese punto (latitud 0º y longitud 0º) se encuentra precisamente a 600 km. al sur de Ghana, ya en el Océano Atlántico. 

Así, pues, son muchos los lugares del mundo que se consideran su ombligo: Entre otros,  Ayutthayya, en Tailandia; en Islas Feroe, en Dinamarca; la Isla de Pacanda (México): el pico Baboquivari (Arizona), el lugar de donde emergieron los humanos para poblar la Tierra tras el Diluvio Universal;  Zhongguo: los chinos llaman así a su país como el “centro del mundo”. Y lo mismo sucede con  el Observatorio de Greeenwich  (Sur de Londres),  línea que pasa también por otros seis países. Incluso, paradójicamente, así se denominan también ”ombligos del mundo”  los grandes agujeros que hay en la Tierra, tanto naturales como artificiales.. El más conocido es el de la ciudad minera  Mirna (Rusia), al Este de Siberia: el hoyo excavado más grande del mundo, de 500 metros de profundidad y más de 1 Km. de ancho ha sido apodado  el “ombligo de la Tierra”. Como asimismo lo ha sido el de Bingham Canyon (Utah, EE.UU.).  Está prohibido sobrevolar estos pozos porque su hondura puede crear un flujo de aire inusual y atraer al fondo del  infierno a los aviones. En este caso, los pilotos  hacen caso omiso, afortunadamente, del consejo de sus madres: “Ante todo, hijo mío, vuela bajo y despacito”

¿Dónde está realmente el ombligo del  mundo? 

La libertad de expresión es hoy un derecho reconocido en (casi) todos los países democráticos. Por lo tanto, siempre existirán diferentes “ombligos del mundo” mientras el ser humano sobreviva en este planeta. Para algunos, será el Teide, para otros, la Piedra negra de  La Meca, la tumba de Lenin o su dictador favorito, o el mismísimo pueblo donde habitan. El ombligo del mundo ha ido cambiando en función de los conocimientos, las creencias, las leyendas, el folclore y el temperamento de cada época.

Sin embargo, para los científicos occidentales no tienen duda  de que el verdadero Polo Norte magnético es en realidad una línea que atraviesa Canadá, Estados Unidos , Méjico y la Antártida y que, actualmente, hay hartas evidencias de que todo sucedió en un big bang. Pese a todo, los viajeros  continuarán con la búsqueda  del verdadero “ombligo del mundo”. Pero es muy discutible en qué lugar se encuentra de nuestro planeta. Para salir de dudas, en una pequeña población de  Ohio (EE.UU)  llegaron a votar entre sus habitantes si estaba allí, en su propio pueblo, el ombligo del mundo. Y, en un ataque de euforia etnocentrista, el resultado de la encuesta salió afirmativo.. ¡Bingo! A la persona etnocentrista le impulsará a responder que el ombligo que se busca está, efectivamente, en su pueblo o dentro de sí misma. Siempre dispuesta ella a emular el eslogan televisivo de L´Oreal: ¡Porque yo lo valgo!

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