Priego de Córdoba: Enciclopedia del aceite y el barroco andaluz. Agua, flores, sonrisas y buena gente

Córdoba, ese sonoro concepto de alcance mundial y recio sabor califal, ocupa un lugar preferente en el centro de la Andalucía interior, unida velozmente con casi toda España por obra y milagro del AVE. Cada una de las ocho provincias andaluzas merece bien una escapada. Todas ellas poseen parecidas –y también diferenciadas- circunstancias geográficas, históricas, paisajísticas, gastronómicas, y culturales, en suma. Pero toca hoy recalar en una parte –hermosa y abrupta- de la provincia de Córdoba. Subbética la llaman por aquellos pagos, y si en algo la consideramos sub, es solamente por su situación en el mapa, “por debajo del Betis”, también llamado Guadalquivir.

Queremos realizar una profunda inmersión en la Subbética cordobesa (Declarada Geoparque por la UNESCO), y más concretamente en Priego de Córdoba, ciudad monumental, abundosa en agua y en aceite (uno de los más premiados del mundo), e incluida en la llamada Ruta del Califato. Pero también esplendorosa como punta de lanza del barroco andaluz y cordobés. Y unos aspectos que son capaces de impresionar sobradamente al más pintado: sus flores en las típicas callejas del Barrio de la Villa. Y las sonrisas de sus muchachas y muchachos, como gusta llamar por estas tierras a las gentes jóvenes y hermosas, que pululan por sus calles y monumentos.

PRIEGO Y DE CÓRDOBA

Y es que este Priego es mucho Priego. Si bien para referirnos a esta localidad de casi 23000 habitantes, es preciso echar mano de su apellido “de Córdoba”. Y aquí estamos, en Priego de Córdoba la ciudad del agua, y del aceite de oliva virgen extra(AOVE)… No echamos en falta más fluidos, porque para vino ya tenemos el exquisito “fino” de las vecinas Moriles y Montilla.

Dicen que Andalucía es una y varia. Y tan es así, que las comparaciones son aquí más odiosas que nunca. Pues apenas a una hora de la Córdoba andalusí -la Colonia Patricia romana de ayer, y la hoy sultana, llana, califal, alegre y graciosa- nos encontramos con Priego. Priego de Córdoba es cabecera del partido judicial que incluye además Almedinilla, Carcabuey y Fuente Tójar, integrando una comarca natural dentro de la Subbética cordobesa, de casi 32.000 ha. de alto valor ecológico y paisajístico por su flora y fauna.

La población está situada a 652 m de altitud, si bien cuenta con algunos picos tan elevados como La Tiñosa (1570 m) o el Pico Bermejo con 1476. Muy próxima a Córdoba, Granada, Jaén y Málaga, sus vecinos se encuentran repartidos entre 8 aldeas y 17 diseminados, estando las aldeas en la zona norte, mientras que los caseríos y cortijos predominan en el sur.

Compone su corporación local 21 concejales, presididos por María Luisa Ceballos Casas (PP, 2011-2015, 2015-2017, 2019…), y desde hace unos días Presidenta de la Red Europea de Semana Santa y Pascua. La agricultura está dedicada casi en su totalidad al olivar, en un entorno de alta verticalidad que hace penosa la obtención de su cosecha. Con Denominación de Origen propia desde 1995, se elabora a partir de aceitunas de las variedades Picudo, Picual o Marteña, y Hojiblanca, en una proporción cercana al 60, 20 y 20% respectivamente.

ACEITE PRIEGO DE CÓRDOBA

Difícil de imaginar para el laboreo, y casi imposible de cosechar sus venerables árboles a 1.300 m. de altitud. Con casi 30.000 Ha entre Carcabuey, Fuente Tójar, Almedinilla y Priego de Córdoba, su aceite es uno de los mejores del mundo, a juzgar por los más de 2300 premios de calidad obtenidos, muchos de ellos en competencia internacional, en los tres apartados en que suelen dividirse: Frutado Verde Amargo, Frutado Verde Dulce y Frutado Maduro.

Tras estas esforzadas labores agrícolas, la almazara está presta para recibir y metamorfosear la preciada oliva en cotizado oro verde. Luego vendrán el filtrado, la decantación y el envasado. Y más tarde, sus atractivos envases y delicioso contenido inundarán las tiendas de medio mundo. Pero sólo de medio: la producción no da para más… El resultado, un aceite de oliva virgen extra de gran aceptación para freír o aliñar, en la elaboración de platos y dulces típicos, y en el típico desayuno sobre pan tostado. Todos los dulces, golosinas y hasta las patatas de bolsa, son aquí elaboradas con aceite de oliva virgen extra con D.O. Priego de Córdoba. (Y, además, con sal rosa del Himalaya).

Con gran ascendiente ya desde los tiempos romanos, San Isidoro de Sevilla (570-636) elogia en sus Etimologías este aceite como el mejor para condimento. Elogios que se repetirán más tarde con los árabes andaluces. Y lo mismo hará en nuestros días Manuel Martínez Llopis en su Historia de la Gastronomía Española. Son aceites vírgenes dulces, con diversas tonalidades de amarillo, y gran contenido en ácido linoleico. Se producen unos 10 millones de kg de aceite, de los que 3 millones son destinados a la exportación, 5 millones a consumo interior, y 2 millones al refinado.

SERÁ POR ACEITE…

Y llega el turno de realizar una cata de aceite en El Casino de la ciudad del barroco, con la compañía de la alcaldesa y dos de sus concejales, que son fedatarios y divertidos testigos. Algo novedoso, en efecto, para quien ha sido catador de vino, de azafrán, de queso manchego… pero nunca de aceite de oliva… En unas copas diminutas y opacas, con vistosos colores blanco, azul o burdeos, para una cantidad a catar que, por fuerza ha de ser escasa. Pero un acto entrañable con las oportunas directrices, la orientación y la sonrisa responsable de la Secretaria General de la DO Priego de Córdoba, Francisca García.

Aquí aprendemos que ni el color del aceite ni su acidez pueden ser sus características valorativas más sobresalientes. El sabor a hierbas y frutas frescas o maduras son las verdaderas características organolépticas a valorar, desde las diferentes partes de la lengua (dulce, amargo, picante), el paladar y retrogusto en su conjunto, y la ausencia de sabores y olores extraños: … evocaciones a plátano, alcachofa, hoja de olivo, higuera…. La exquisitez “para mojar” del preciado líquido, parece querer rendir agradecido homenaje a las manos y brazos, que tan duramente consiguen devolver todo su esplendor a la naturaleza de la que salió.

Tras la cata, una masterclass (el término no lo inventaron los de Masterchef) de salmorejo y posterior ensalada de naranja. Un aperitivo sencillo, sabroso, muy de agradecer y, naturalmente, aderezado con AOVE de la DO Priego de Córdoba. Luego, tras el juego gastronómico vendrá la cena de verdad al mayor nivel, y después será el momento de la foto de grupo, y el emocionado adiós a tantos amigos como hemos hecho.

EL TURISMO DE PRIEGO

Dejando ya a un lado el reputado aceite prieguense, Priego de Córdoba, con un rico Patrimonio Histórico desde la época romana, y dada su ubicación en el Parque Natural de las Sierras Subbéticas, está apostando igualmente por el turismo, con un notable posicionamiento y grandes posibilidades de futuro. He ahí el Castillo árabe o el Balcón del Adarve (vertiginoso nido de águilas en lo alto de la otrora muralla), enclave natural a 55 metros de altura, con cantarinas fuentes que manan de continuo. Limita con el Barrio de la Villa, y constituye una zona inexpugnable históricamente.

Sus pintorescas callejas de origen andalusí, nos recuerdan al Albaicín granadino o la Judería cordobesa, de la época musulmana-medieval de Al-Ándalus. El conjunto fue declarado Conjunto Histórico-Artístico en 1972, y una figura en bronce del cantante Joselito, da fe de que allí se rodó su película Saeta del ruiseñor (Suevia Films, Antonio del Amo, 1959).

¿Y las flores? Unos metros más allá, la calle está dedicada a Gloria Fuertes (quien afirmaría del lugar “Me parecen de mentira, tantas flores de verdad”). Tras las macetas y flores que guarnecen las íntimas callejas –y que dotan al aire de un perfume de otro mundo-, el recorrido por el Barrio de la Villa nos llevaría a la Plaza de Santa Ana (portada Iglesia de la Asunción), y las calles Real y San Antonio. Retornando por las calles Real y Bajondillo, y pasando junto a las llamadas Carnicerías Reales (antiguo matadero y mercado del siglo XVI, y único edificio noble no barroco).

EL BARROCO PRIEGUENSE   

Durante los siglos XVII y XVIII, la Reforma Protestante de Lutero y sus seguidores, provoca una reacción importante de Contrarreforma con influencia en todos los campos, incluido el arte. Aparece el Barroco, que irá desligándose poco a poco del Renacimiento predecesor, y especialmente en Andalucía se irá mimetizando con el alma del Rococó francés. Templos y edificios se sobredecoran, y las líneas rectas se parten y quiebran, girando sus columnas sobre su eje hacia las salomónicas. Luz, color, movimiento, expresividad y realismo serán las características de las imágenes barrocas, y las cúpulas, techumbres y yeserías pondrán la nota de recargamiento al conjunto.

Este barroco encontrará su caldo de cultivo en Priego. Gracias al auge económico del textil local y, sobre todo, a la presencia de artistas de la talla del lucentino Hurtado Izquierdo, y de Francisco Javier Pedrajas entre otros. Y ya tenemos a Priego como cuna del barroco cordobés. Que exhibe un amplio conjunto de iglesias de gran valor artístico, como la Iglesia de la Asunción (edificio sobrio en su exterior, gótico-mudéjar, s. XVI), transformado con las nuevas tendencias a partir del XVIII en la octogonal Capilla del Sagrario. Iluminada por una claraboya cenital, esta obra se convierte en cumbre del Barroco gracias a Javier Pedrajas.

Pero hay más. He ahí las también iglesias de la Aurora (s. XV, la de “los auroros”), San Francisco, San Pedro o Las Angustias, esta última obra de Santaella, situada en la Calle Río como las hermosas casas señoriales del XVIII y XIX… Como la magnífica arquitectura civil de las fuentes de la Salud y la del Rey atestada de caños y un centro de esculturas mitológicas (Neptuno y Anfítrite), cuya estampa nos traslada –aunque no en las dimensiones- a la de La Granja de San Ildefonso. Imposible imaginar junta tanta belleza. Pero Priego también es un excelente punto de partida para visitar Lucena y Cabra, otros dos enclaves notables del barroco cordobés.

MANSIONES, MUSEOS, SONRISAS…

¿Y los museos de Priego? Son singulares. Instalados en las mansiones de sus hijos más ilustres. Como el de Niceto Alcalá Zamora (Primer Presidente de la II República Española entre 1931 y 1936), con profusión de testimonios y recuerdos … O la del pintor e ilustrador de ABC y Blanco y Negro, Adolfo Lozano Sidro…. Pero hay más. No muy menores son los méritos del predio que alberga el Museo Histórico Municipal, con valiosas piezas prehistóricas, de las épocas romana, musulmana y cristiana, y aún de los siglos más cercanos.

Y héte aquí que también nos encontramos con un hotel que, sin dejar de serlo, es al mismo tiempo museo: Hotel Museo La Patria Chica. Edificio que fuera sede del periódico del mismo nombre (principios del s. XX), y cuyas nobles paredes han sido conservadas por sus descendientes, decorando ricamente sus estancias y su precioso jardín andaluz, hasta convertirlo en un auténtico museo, apto para el sueño y la ensoñación…

¿Y las sonrisas? Todas las sonrisas del mundo han estado esos días en Priego de Córdoba. Desde la de su alcaldesa María Luisa Ceballos, a la de la Técnica de Turismo municipal Lucía González (un maravilloso híbrido entre Tarrasa, Jerez y Priego) … O la de la Técnica hotelera de ACCA y directora del Convento de San Francisco, Isabel María Navas; Isabel Ortiz, la Guía cordobesa que muestra la ciudad…. Y la Secretaria General de la D. O. Priego de Córdoba, Francisca González…. Sin que podamos –ni convenga- olvidar las sonrisas y la bonhomía de Eduardo Jurado (Destinos Originales, o el exhaustivo control de los minutos que hay en 3 días), ni la de José Luis Momparler, el del showcooking…

En resumen, la impresión y enriquecimiento tras recorrer Priego de Córdoba en un par de días y pico, ha sido notable. La constatación de que en Priego de Córdoba hay mucha agua (su principal calle, la más noble y representativa, se llama Del Río) es sólo comparable con la producción de aceite, y con la constatación de su rica gastronomía (revuelto de collejas, flamenquín, sardina con salmorejo, gyozas variadas, tortillita de rabo de toro, patatas San Nicasio, solomillo al Pedro Ximénez…), expuesta con orgullo y soltura en sus establecimientos del ramo (Río, Zyrah, El Casino, Los Álamos, todo en directo y sin prêt a porter…). O los postres Isabelas, Turrolate o rosquillas

No queremos olvidar su reputada artesanía en madera y forja. Ni las fiestas singulares de Priego (Semana Santa, Domingos de Mayo, Corpus Christi, Romerías, Candelaria, Carnaval, Trovos o poesía improvisada, los Hermanos de la Aurora, Festivales, Flamenco…). Aunque todo está reunido en un interesante libro turístico municipal de Priego (“¿Cuál es el color de Priego?”) que abarca toda la oferta prieguense bajo cinco colores: azul, verde, naranja, púrpura y amarillo. Todo un reto.

Agua, aceite, barroco, flores, sonrisas… ¿Que más de un breve –aunque intenso- periplo por Priego de Córdoba? Ah sí, muy cerca está el Jardín Micológico La Trufa, de enorme riqueza didáctica y diversidad fúngica, con especies que requieren protección y conservación. ¿Más? Claro, la cordialidad sin tasa y la simpatía indisimulada de sus gentes. Para un primer contacto con esta ciudad de mil colores, suficientes sensaciones y emociones. Si nadie puede amar lo que no conoce, una vez visto Priego y tratadas sus gentes, es imposible no llevarlo en el corazón… o quedarse para siempre. Tú eliges, amigo lector.