Un grupo de integrantes de FIJET España fuimos invitados recientemente a recorrer la Ruta del Vino Ribera del Duero a lo largo de tres jornadas. Las expectativas eran altas, pues muchos de nosotros ya conocíamos la zona (aunque en circunstancias muy diferentes a la que nos ocupaba esta vez) y todos conocíamos en mayor o menor medida el vino de esta denominación de origen.
Debo aclarar que la Ruta del Vino Ribera del Duero es un consorcio turístico que promueve la zona como destino, actualmente la tercera ruta ecoturística más visitada de España, que discurre por cuatro de las provincias castellanoleonesas (Burgos, Segovia, Soria y Valladolid), que está integrada por 304 asociaciones y más de 203 establecimientos turísticos y que se extiende a lo largo de una franja vitícola de unos 115 kilómetros.
En esta Ruta del Vino participan 68 bodegas de la zona que pueden visitarse previa reserva. En la actualidad presenta hasta 15 sugerentes rutas temáticas, todas ellas muy interesantes y atractivas, entre las que destacaría la Ruta Napoleónica, la Ruta de los Castillos, la Ruta del Románico y la Ruta Palaciega.
Nuestro primer destino desde Madrid fue Fuentespina, en la provincia de Burgos, y la primera grata sorpresa del viaje fue Javier González, de Transfer Ribera. Desde el primer momento fue uno más del grupo, siempre atento, proactivo y participativo. Su complicidad y su trato cordial fueron el mejor anuncio de cómo transcurrirían las jornadas. En este primer destino nos alojamos en el hotel SPA Tudanca, un establecimiento hotelero perfectamente integrado en la comarca, rodeado de extensos viñedos, decorado al más puro estilo castellano y con un esmerado servicio que lo convierten en un hotel muy recomendable.
La primera parada nos causó un importante descenso en nuestras defensas emocionales, pues caímos rendidos y embriagados por la experiencia del Escape Room del vino en Ribiértete, Aranda de Duero. Créanme, una grata y sorprendente vivencia en sí misma, pero elevada a cotas superiores gracias al trato y la atención de Beatriz Hernando, actual presidenta de la Asociación de Museos del Vino de España y nuestra cicerone en la visita a la bodega subterránea del siglo XII y en el inolvidable desafío del Escape Room, que no sin cierto esfuerzo logramos resolver.
Una vez liberados de nuestro ocasional cautiverio, elegimos una ruta por el centro histórico de Aranda de Duero, una ciudad llena de vida en la calle donde pudimos visitar las iglesias góticas de Santa María y de San Juan. Ambas han sido declaradas Bien de Interés Cultural, al igual que sus entramadas y sorprendentes bodegas subterráneas y el Rollo Constitucional, situado en la plaza del Rollo, símbolo del privilegio de villazgo que gozaba la zona.
Esta primera jornada finalizó con una cena en el Restaurante La Raspa, un buen ejemplo de la mejor experiencia gastronómica de la que cabría destacar el esmerado servicio y la calidad del producto y de sus materias primas. Tuvimos la oportunidad de degustar una generosa variedad de platos tanto del monte como del mar, con una acentuada base de la tradición culinaria de la zona y, como no podía ser de otra manera, regada de excelentes vinos Ribera del Duero.