En la mañana del segundo día nos despedimos del Hotel SPA Tudanca y, en compañía de Javier, nos dirigimos hacia la Casa del Parque Natural de las Hoces del Río Riaza, centro de visitantes situado en Montejo de la Vega de la Serrezuela, provincia de Segovia. Allí, Álvaro Martín nos explicó detalladamente las características de este espacio, su notable patrimonio natural y sus singularidades biológicas, donde el hombre convive de forma armónica y sostenible con el medio natural.
Durante su exposición, puso especial atención en la protección y la conservación del paisaje en torno al cañón, un elemento calificado como de primera magnitud, como pudimos confirmar poco después. Destacó también la importancia de las aves, especialmente las rapaces, que utilizan los acantilados para anidar; no en vano este Parque Natural cuenta con la mayor colonia de Europa de buitres leonados. Una vez finalizada su interesante explicación recorrimos las instalaciones y la exposición permanente. Permítanme regocijarme en la suerte que tuvimos de disfrutar en directo (a través de una cámara de vigilancia) del momento en que una cría era alimentada por su madre en el nido, situado en un saliente de una de las paredes del cañón.
Posteriormente tuvimos la oportunidad de recrearnos in situ con la imponente estampa del cañón y admirar el modo en que el río serpenteante lo ha ido modelando con el paso de los siglos. Nos deleitamos con la grandeza de aquel lugar, acrecentada aún por los majestuosos vuelos de buitres, alimoches y águilas reales sobre nuestras cabezas. Sin duda, el Parque Natural de las Hoces del Río Riaza es un lugar que todo amante de la naturaleza y el senderismo debería visitar.
Terminada la visita nos dirigimos al pueblo de Milagros en la provincia de Burgos, para conocer la Bodega Valdubón, otro de los grandes descubrimientos de este viaje. Una bodega pequeña para lo que se estila en la comarca, pero que elabora unos vinos de alta calidad en un entorno envidiable. Durante el recorrido nos acompañó Laura Martín, que en todo momento se mostró colaboradora y dispuesta a atender nuestra demanda de información, y que nos brindó una cata comentada con la que aprendimos algo más sobre la apasionante cultura del vino.
Nos despedimos de la coqueta bodega y pusimos rumbo al Restaurante Las Baronas, en el hotel del mismo nombre, en Santa Cruz de la Salceda, una villa de origen medieval donde nos recibió atenta y gentilmente Nuria Leal, presidenta de la Asociación de Hosteleros de Aranda y la Ribera y creadora de las Jornadas del Puchero. Allí nos agasajaron con una amplia variedad de platos que harían las delicias de los comensales más exigentes, regados con una selecta oferta de vinos de Ribera del Duero, a cual más exquisito. Debo señalar que el restaurante y el hotel forman parte de una construcción señorial del siglo XVII en perfecto estado tras su restauración.
Tras la sobremesa visitamos a pocos metros el sugerente y singular Museo de los Aromas. Nos recibió y nos acompañó durante el recorrido Jonathan Talavera, que nos introdujo con una pasión inusitada en el mundo de los aromas. Un museo único en Europa, en el que cada espacio nos traslada a través de los olores hacia diferentes momentos y vivencias, de modo que no solo impregnan nuestra nariz, sino también nuestros recuerdos. Sin duda una oferta singular y curiosa que forma parte de una nueva variable del sector turístico: el turismo olfativo, que reconozco que desconocía y en el que profundizaré en un próximo artículo e incluiré en una futura edición del Glosario de términos hoteleros, turísticos y relacionados.
Finalizamos esta segunda jornada en el Hotel V Ciudad de Aranda de Duero, un establecimiento alojativo urbano con todas las comodidades, entre las que destacaría un servicio sobresaliente y la esmerada atención que dispensan a los huéspedes.