Siena, una ciudad fiel a sí misma

Desde niño, cuando vi por azar el film La ragazza del Palio (1958), protagonizada por Vittorio Gassman y Diana Dors, siempre supe que algún día pisaría el mismo escenario real donde ambos revivieron apasionadamente la tradición más legendaria de la ciudad. Pienso que no hay buen viaje sin una película que nos haya despertado una ensoñación. La mía la encontré en “El Palio” y su Piazza del Campo, con su romántica forma de abanico. La fiesta del Palio es la más genuina seña de identidad de los sieneses. Está en su código genético. Pero la sorpresa durante mi reciente visita a Siena fue más allá de las expectativas que me crearon aquel antiguo film. Porque como dice una máxima: “Viajar es dar una oportunidad a la capacidad de sorprenderse”

Pude constatar con mis propios ojos y oídos que, aparte de la fiesta del Palio -declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco-  la eterna ciudad italiana, que rivaliza turísticamente con la cercana Florencia, despliega una serie de atractivos museísticos, culturales, artísticos, arquitectónicos, y gastronómicos, que la convierte en una experiencia única en el mundo. ¡La ciudad entera es un museo! De tal modo que, que como me decía la guía Debora Barbagli, “El turista que viaja a la Toscana y no descubre Siena está condenado a volver a Italia para completar su visita”.

El Palio, una historia interminable …

El Palio es una carrera hípica que se desarrolla dos veces al año durante el verano (2 de julio y 16 agosto) en la hermosa Piazza del Campo, especialmente habilitada para este acontecimiento. Se trata de un emocionante espectáculo que apenas dura unos minutos (aunque los actos festivos que lo preceden, desfiles de caballos, bendiciones, banquetes, etcétera, se celebran  los tres días anteriores), pero que encierra toda una historia que comenzó en el siglo XII y continúa en nuestros días. Sus habitantes, fieles a su tradición, viven el Palio con máxima intensidad emocional -lo que contagia sobremanera también  a los visitantes—porque, como me recordaba el presidente del distrito de La Oca- para ellos esta tradición “es su vida”. De hecho, su organización y preparación es un tema de conversación y discusión todo el año entre los hombres y las mujeres de Siena.

La razón de este apasionamiento se asocia a la estructura social de la ciudad. Siena se divide en 17 distritos (contrade en italiano) y cada uno de ellos se distingue con su propia bandera. Estos distritos están dotados de un estatuto de  administración autónoma y las viviendas que ocupan los habitantes de cada sector son propiedad de la comunidad, que cuenta con un edificio social (museo, oratorio, restaurante) donde los comuneros se reúnen tanto para confraternizar como para celebrar asambleas. Esta socialización imprime un fuerte sentido de pertenencia a los residentes de cada distrito. De ahí que cada distrito compite en la carrera del Palio con un caballo y un fantino (jinete)que lo representa. La rivalidad en la competición para alzarse con el premio es parte integrante de la atmósfera que se crea en los meses precedentes. Un fenómeno que une precisamente a todos los habitantes.

Hasta tal punto el distrito en  que reside cada sienés lo vincula fielmente a su identidad que la experta Michela Bacconi me expone su caso: “Yo pertenezco a un distrito y mi marido pertenece a otro. Por lo tanto, cada uno de nosotros acude por separado a  su centro social. Sólo en determinados actos no asamblearios se nos permite a ambos compartir el espacio de una comunidad a la que no perteneces”    

Magia y misterio de las carreras de El Palio

Los días en los que se celebra El Palio, el interior de la plaza, convertida para la ocasión en un hipódromo especial, se llena de miles de espectadores residentes y forasteros transformándola en un mar viviente. Cada uno de los habitantes acude vestido con los colores de su distrito. La música, los tambores y los cánticos son la banda sonora que se escucha durante el día y la noche en esas jornadas. Y las banderas multicolores  flamean al viento constantemente y en ellas cada distrito deposita el sueño de alcanzar el honor de la victoria. Ni el segundo o tercer puesto cuentan para nada.

La plaza se cierra pocos minutos antes de la carrera y finalmente se desarrolla la prueba no exenta de peligro y emoción, dada la forma irregular de la plaza (en este sentido, se ha reproducido fuera de la ciudad un espacio de idénticas dimensiones y curvas que la Piazza del Campo con el fin de que caballos y jinetes puedan entrenarse durante todo el año). Las caídas de jinetes son habituales durante la carrera y el ganador es el caballo que primero cubre las vueltas fijadas aunque llegue descabalgado. El distrito vencedor obtiene El Palio (una tela preciosamente tejida) y sus correspondientes residentes celebran, a lo largo del año triunfal, una serie de actos lúdicos y gastronómicos para disfrutar del honor alcanzado. Sociólogos y antropólogos han tratado de descubrir el misterio y la magia que despierta El Palio. Pero sólo hay un modo: ¡vivirlo! Es la gran fiesta del año a la que todo sienés se une. Dice una leyenda que si algún habitante no está presente en la plaza y se queda en casa, los caballos se sienten nerviosos.

Esplendor artístico de Siena

La eterna ciudad de El Palio despliega otros muchos atractivos que pueden visitarse en cualquier época del año. Tras vagar por algunas de sus románticas y angostas calles, mi primera cita  ineludible es en el Museo Cívico (museocivico@comune.siena.it).

en la misma Piazza del Campo, en el interior del Palazzo Pubblico, es uno de los más importantes ejemplos de arquitectura gótica a nivel mundial. Entre sus impresionantes salas, la del Mappamondo nos permite admirar las obras maestras de la majestuosa “Maestà” y la del “Guidoriccio da Fogliano” de Simone Martini. Sin olvidar el fresco de Ambrogio Lorenzetti sobre el gobierno de la República de Siena, conocido como el primer ciclo profano de la historia del arte. En el centro de la alegoría del Buen Gobierno, una mujer vestida de blanco acostada sobre una armadura es el emblema de la Paz elegido por la Unesco. Visitando este museo uno no puede dejar de evocar las palabras de Leonardo Da Vinci “La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte”

Sin salir del Palazzo Pubblico, se puede subir a la cumbre de la Torre del Mangia. Pero, eso sí, hay que ascender los 87 metros de altura por medio de una interminable escalera de caracol hasta llegar al campanario. Pero merece la pena. Desde allí se goza de una espectacular panorámica de toda la ciudad. Un premio que sólo se puede lograr con las suelas del zapato, pero cuyo resultado para la retina nunca defrauda.

Santa María della Scala 

En la Piazza del Duomo se encuentra uno de los lugares que más han contribuido a la historia de Siena. Un espacio de acogida para dar asistencia a los peregrinos que se dirigían a Roma,  así como atender a pobres, enfermos y niños abandonados. En sus más de 20 mil m2 se puede revivir a través de una colección de maravillosos frescos toda la historia de la ciudad y de una institución reconocida y administrada por un estatuto propio. Il Pellegrinaio es la sala más bella y fascinante de Santa María della Scala (www.santamariadellascala.com) dedicada a contar la vida de este pionero hospital. En su pared izquierda, y, a través de impresionantes frescos, puede contemplarse el origen y los momentos más importantes de la historia de esta institución. Y en la de la derecha la intensa actividad cotidiana que se desarrollaba en el centro. Fueron Lorenzo di Pietro, Domenico di Bartolo y Priamo della Quercia quienes transmitieron también con sus sublimes frescos las ocho grandes escenas  que muestran la convivencia en el centro de peregrinos, niños abandonados, médicos y enfermos, amas de cría y bebés, obispos y beatos, indigentes y nobles señores. Una lección de  generosa humanidad que marca la historia de Siena, cuya divisa confirma que la “felicidad consiste en hacer el bien”

Hoy Santa María della Scala es un impresionante museo de siete pisos subterráneos, que alberga biblioteca, fototeca, museo de arte y antropología, así como exposiciones y conferencias. Pero éste es sólo una muestra de los numerosos museos, palacios, iglesias y riquezas medievales que atesora la ciudad. No es de extrañar que Siena haya atraído a personajes ilustres como José Saramago, Gabriel García Márquez, Richard Wagner o Charles Dickens, a la que han dedicado memorables testimonios. Porque el mayor patrimonio de la ciudad es ¡ser fiel a sí misma!

¿Puede dormir un turista en un palacio?

La respuesta es afirmativa. Pero antes, permitidme, que continúe contando una historia real que ejemplifica la magnética atracción que puede ejercer Siena en el corazón de sus visitantes. Nathalie Beaugonin es una dama nacida en Estados Unidos, de padre francés, pero que desde los 11 años vive en Siena. ¿Por qué? Porque su progenitor, cuando visitó por primera vez Siena, se enamoró de la ciudad y trasladó allí su residencia. Hoy, Nathalie Beaugonin es Directora Ejecutiva del Grand Hotel Continental (www.grandhotelcontinentalsiena.com) en la via Banchi di Sopra 85 de Siena.  El histórico Palacio de Gori Pannilini, del siglo XVI,  fue transformado en un hotel en el que se puede disfrutar de los frescos, muebles y esculturas de la época y en una atmósfera gratísima por el que pasan personajes y artistas como Dario Fo, Andrea Bocelli o Daniel Craig. Todo un lujo en el corazón de Siena y a tiro de piedra de la Piazza del Campo.

Más info: turismo@comune.siena.it; siena@palio.org; ctps@ctps.it;  www.franciscogavilan.net