En mi reciente visita a Antalya (Turquía) he tenido la oportunidad de conocer en profundidad Titanic Hotels, una de las cadenas hoteleras más descollantes de ese país.
De los 10 complejos que posee en la actualidad entre Turquía y Alemania, había visitado algunos de ellos en anteriores ocasiones, pero esta vez me hospedé en el que tal vez sea su buque insignia: el Titanic Deluxe Belek 5*.
Coincidirán conmigo quienes lo conozcan en que este hotel es visita obligada para los estudiosos del sector o para quienes sencillamente quieran disfrutar de una grata estancia en Turquía, pues se trata de uno de los complejos hoteleros más impresionantes del mundo.
Sus 200.000 m2 de superficie entre pinares, el mar Mediterráneo y el río Besgoz, albergan todo aquello que un huésped puede esperar de un complejo de lujo (lujo moderado, bien entendido, sin estridencias y oropel), donde los detalles son cuidados con extrema delicadeza.
Sus cifras son contundentes: 600 habitaciones (incluidas diecisiete villas), 9 restaurantes (restaurante principal tipo buffet con cinco espacios diferenciados, italiano, turco, pastisserie, seafood y buffet infantil), catorce bares, once piscinas (entre las que cabe destacar un lago de 8.000 m2), playa privada a la que se accede en barco desde el río, un impresionante spa de más de 13.000 m2, centro de fitness, área deportiva (campo de fútbol, piscina olímpica, canchas de tenis, voley playa, polideportivo, golf…), parque acuático, auditorios (adulto e infantil) discoteca, centro de actividades para niños (más de 6.000 m2, que incluyen salas temáticas por grupos de edades), sala bowling, cines, una zona comercial exclusiva para clientes y un magnífico centro de congresos.
Como las comparaciones con lo conocido son inevitables, este complejo me recordó bastante a algunos espléndidos resorts del Caribe, y me vino a la mente uno de los favoritos de mi familia (especialmente de mis hijos): el Grand Palladium Resort en la Riviera Maya (Méjico).
Además del esmerado servicio, el extraordinario mantenimiento del complejo y la ratio de personal (aproximadamente 0,5 empleados por habitación), me llamó poderosamente la atención lo que parece ser la evolución natural del “Todo Incluido”: el Ultra All Inclusive. Esta categoría no sólo incluye la gastronomía, los deportes, las actividades acuáticas sin motor, los snacks de tarde, cine, programa diario de actividades…; la principal diferencia reside en la amplísima variedad y calidad de todos los servicios descritos durante las 24 horas (con ello queda justificada la elevada ratio de personal), todo con el único objetivo de que los clientes disfruten de una memorable estancia. La realidad es que lo consiguen.
Honestamente creo que la cadena Titanic Hotels es un gran ejemplo a imitar. Hemos de volver a centrar nuestra estrategia en el cliente, sus necesidades, sus inquietudes, sus deseos. Hacer crecer nuestro negocio, hacerlo evolucionar, con el cliente como epicentro.
Sin duda después de haber conocido este complejo hotelero sólo puedo pensar que Titanic Delux Belek 5* es un claro caso de éxito.