Bratislava: Una ciudad de cuento (II)

Llegamos a la antigua Plaza del Mercado, “Hlavne Namestie”, el ágora de Bratislava y la plaza más hermosa de la ciudad.


Presidida por la Fuente de Maximiliano II, de estilo renacentista con la imagen de Roland, un caballero defensor de los derechos de los habitantes de la ciudad, en lo más alto. Su esposa fue la española María de Austria, quien fue coronada en la Catedral de San Martin en 1563. De noche se ilumina con colores que van cambiando y es el lugar de encuentro de los jóvenes.

La plaza está rodeada de edificios con fachadas en tono pastel y, en un lateral, se encuentra la Embajada de Francia y, frente a ella, otra interesante escultura, la de un soldado de Napoleón, de tamaño natural, que yo creí que era el mismísimo emperador, apoyando sus brazos en un banco en el que los visitantes, tras guardar cola, no dudan en hacerse una foto de recuerdo. Dice la leyenda, que se trata de Johann Evangelist Hubert, un soldado herido que se enamoró de una enfermera local llamada Paulina, quedándose a vivir con su amada. Durante el invierno la escultura se guarda en un depósito para prevenir su deterioro, ¡suerte que visité la ciudad en primavera!.

Pero el edificio más bonito sin duda es el Ayuntamiento Viejo, aunque realmente no es uno, sino un conjunto de varios edificios, de diferentes estilos arquitectónicos que se empezaron a construir a mediados del Siglo XV. Desde su torre de estilo barroco, se pueden contemplar preciosas vistas de la Ciudad Vieja.

Su antiguo patio fue recubierto por una arcada renacentista y hoy en día es la sede del Museo de la Ciudad, dentro del cual está una “exposición de torturas” que contiene elementos para realizarlas, así como dibujos etc, que ponen la piel de gallina.

Es normal encontrar en el patio repleto de gente y actividades de lo más variopinta, escolares trabajando al aire libre, grupos teatrales callejeros, magos…que hacen las delicias de todos los asistentes. Contiguo al Ayuntamiento, se alza el impresionante Palacio del Primado, considerado una de las joyas del neoclasicismo en Eslovaquia. Este edificio construido durante el siglo XVIII,  tiñe un sorprendente color rosa y su fachada está decorada con esculturas que representan las virtudes, aunque  lo más llamativo es el Blasón del arzobispo Batthyanyi coronado por un gran “birrete” (sombrero cardenalicio) de 150 kilos. En 1903, el arzobispado vendió el palacio a la ciudad y en él se encontraron 6 piezas de tapicería inglesa del siglo XVII que, al haber estado ocultas tras el recubrimiento de las paredes, en la chimenea, preservaron sus maravillosos colores originales. Los tapices representan el trágico amor de “Hera y Leandro”, lo cual explica que estuvieran escondidas, pues no era un tema en absoluto religioso o tal vez fuera para esconderlos de Napoleón.

En su Salón de los Espejos se firmó, en 1805, el Tratado de Paz de Presburgo entre Napoleón y Francisco I, tras la batalla de Austerlitz, que terminó con la victoria de las tropas francesas y, en conmemoración a esa victoria, se puso su nombre a una calle en Paris, la “Rue Presburgo”. Los franceses no permiten nunca que olvidemos sus victorias.

A Bratislava le fue otorgado el título de “Ciudad de la Paz” por el Consejo Mundial de la Paz, pues en ella se firmaron tres tratados de paz y tres armisticios.

Y en este mismo salón fue donde Bratislava Ludmila Farkasovska, Vice Mayor for International Relations of Bratislava City, recibió la «Pomme D´or»  o «Golden Apple«, el premio concedido por la Federación Mundial de Periodistas y Escritores de Turismo, FIJET, para recompensar los esfuerzos realizados por la ciudad para elevar el nivel del Turismo.

En su patio se erige la estatua de San Jorge, uno de los seis patrones de la ciudad.

Las calles que salen de la plaza están repletas de edificios renacentistas y barrocos donde, en muchos casos, sus acogedores patios se han transformado en curiosas tabernas, tiendas o elegantes restaurantes. En el boulevard, frente a la Academia Metropolitana, la primera universidad del actual territorio eslovaco, se encuentra el Palacio Palffy, donde Mozart interpreto un concierto para la Emperatriz Maria Teresa y, al final, llegamos a la Puerta de San Miguel, la única que se conserva de las antiguas cuatro que tenía la muralla medieval. A la puerta-torre originaria del siglo XIV de planta cuadrada, se le añadió posteriormente un cuerpo octogonal y está rematada por la estatua del santo que le da el nombre. Bajo la misma, un disco marca el km0 de Bratislava, con las direcciones y distancias de las capitales de varios países, 1800 km hasta Madrid. Si la atravesamos, un pequeño puente del siglo XVIII, flanqueado por las estatuas de San Miguel y San Juan, nos da acceso a la parte nueva de la ciudad.

Alejado de la parte vieja de la ciudad, pero no demasiado porque las distancias aquí son cortas, se encuentra una joya del “art noveau”, La Iglesia de Santa Isabel, llamada iglesia azul por el color de sus muros, tejas y fachada donde, un mosaico italiano representa un milagro de la santa, cuyas reliquias se custodian en el interior. Otro edificio al que debemos acercarnos es la Iglesia y Monasterio de los Franciscanos, el edificio religioso más antiguo de la ciudad con una bella y sencilla fachada pero que en su interior barroco conserva la bóveda de crucería medieval sobre el presbiterio.

No puede uno conocer Bratislava sin visitar, aunque un poco alejado de la ciudad , el Castillo de DEvin. Erigido en lo alto de una peña, es impresionante contemplar la «mágica» confluencia de los ríos Danubio y Moravia, fronteras naturales de Austria y Eslovaquia. Es uno de los lugares arqueológicos mas significativos del país y Monumento Nacional.


 En 1809, los soldados de Napoleón lo destruyeron pero, dada su importancia estratégica, durante el tiempo del Telón de Acero, tras la Segunda Guerra Mundial, su frontera natural pasó a ser una frontera política de opresión y libertad.

Dicen que Julio Verne quedo tan maravillado del paisaje y del entorno que rodea el castillo que su novela “El Castillo en los Cárpatos”, aunque ubicada en Transilvania, describe el castillo de Devin.


En la búsqueda de la segunda, 400 personas perdieron la vida asesinadas. Para recordarlo ser erige, junto al rio, un Monumento inaugurado por Isabel II, en 2005, que en su sencillez impresiona y te deja sin palabras.

Bratislava nos sorprenderá también por su gastronomía que, aunque influenciada por la cocina austriaca, húngara y checa, tiene su propio sello de identidad: Sopas que se sirven en el hueco de una hogaza de pan previamente vaciado, el Bryndzové halusky (ñoquis de patatas con queso de oveja y bacón frito por encima), el Pirohy (pasta rellena de queso de oveja   Bryndza) o pescados como trucha o carpa. Todo regado con magníficos vinos eslovacos cuya calidad cada vez es más apreciada y reconocida. Fue la reina Maria Teresa la que en parte impulso la tradición vinícola pues le encantaba el peculiar sabor de los frutos del bosque de algunos vinos eslovacos, y, no podemos olvidar el vino espumoso J.E. Hubert, uno de los más antiguos fuera de Francia. (Aún es posible comprar una botella de esta marca).

El rio Danubio atraviesa Bratislava dividiéndola en dos partes con 5 puentes que las unen. El Puente SNP, el Levantamiento Nacional Eslovaco, es el más grande. Construido en 1972, es un puente flotante que cuelga de cables de acero sin apoyo en el lecho del rio y, en 2001, fue declarado la construcción del siglo en Eslovaquia. En sus pilares inclinados se encuentran un ascensor y una escalera para acceder a 85 metros al restaurante UFO, ( Ovni, por la forma del mismo). Este restaurante combina la cocina mediterránea y asiática junto con la autóctona de una manera exquisita y ofrece unas maravillosas y únicas vistas de la ciudad.

La torre Ufo pertenece   a la Federación Mundial de Grandes Torres junto con la torre Eiffel y el Empire State Building. Como curiosidad la “estatua del paparazzi, que antiguamente se encontraba en la calle Laurinská, se encuentra ahora en la barra de este restaurante al acecho de la foto de los famosos comensales.

La modernidad también se refleja en los edificios de la ciudad: la Sede de la Radio Eslovaca en forma de pirámide invertida, la torre de televisión Kamzik Tv Tower con un plataforma de observación y un restaurante giratorio, el “Altitude”, el X-Bionic Sphere, una sorprendente combinación de hotel y centro de alto rendimiento “universo del deporte, ocio e innovación “ situado en la ciudad de Samorín, a unos 25km fuera de la ciudad, o el increíble Museo de Arte Moderno, situado en una península del Danubio, pero dentro de la ciudad, que han trasformado el paisaje urbano tradicional.

Esta ciudad ofrece actividades de todo tipo y la oferta cultural es enorme. En el nuevo y moderno Teatro Nacional Eslovaco, los eventos programados son muy interesantes. Tuve oportunidad de asistir a la presentación de la ópera “La bóheme” que, con una puesta en escena brillante y original, me emocionó del tal modo que, al llegar al “dúo” entre Rodolfo y Mimí “moribunda”, me convertí en un mar de lágrimas, ante el asombro de mis vecinos de butacas, Mike y Miguel Angel.

Quiero agradecer a Fijet Eslovaquia,  en particular a  Ludmila Novaka, presidenta de Fijet Eslovaquia, y a Nina Erneker y Jana Micekova (BRATISLAVA TOURIST BOARD), la invitación a conocer esta ciudad que, haciendo mías las acertadas palabras de Hans Christian Andersen es, sin duda, “una ciudad de cuento.”