“Reconciliare”, edición XXII de las «Edades del Hombre»

Escapada: a la Villa de Cuellar (Segovia) sede de” Las Edades del Hombre”


Con la invitación para visitar «LAS EDADES DEL HOMBRE», en CUELLAR (Segovia), con una atención especial para el día y la hora, convenientemente coordinada por nuestro asociado, amigo y compañero periodista Luis Domingo Martínez , de León, que preparó un programa para que pudiéramos disfrutar de uno de los proyectos culturales más emblemáticos y con mayor desarrollo de los que se celebran en la Comunidad de Castilla y León: «Las Edades del Hombre».

Saludados por Montserrat Martín, quien amablemente ya nos había recibido en Toro, como Comisaria de la exposición, ejerciendo de guía, documentada y amena, se lo recordamos y, a la vez, le agradecemos el habernos dejado para esta edición, en manos de Rubén Gallego que, con un discurso culto, fácil y amena conducción «con la mano tendida», al igual que el Cartel «Reconciliare», título de esta edición, nos fue guiando entre obras de arte magníficas con palabra precisa para mostrarnos tanto arte traído de diferentes y diversos lugares, para enriquecer esta MUESTRA.

La villa de Cuellar publicitaba, señalando el camino a seguir el recorrido, con el cartel de la obra, creada para “Reconciliare” por el pintor Eduardo Palacios, y las vías hacia los Templos emblemáticos que, por su historia, arte y religiosidad han sido elegidos como sedes para mostrar las relaciones de Dios con los hombres desde el principio basadas en la misericordia y el perdón.

Principia la exposición en el Templo de SAN ANDRÉS, construido en 1277, del mejor arte mudéjar, con arquerías de ladrillo ojivales y en retablos de un magnífico barroco. Un PREÁMBULO, en el que imágenes, en audición durante cuatro minutos, prepara al visitante mostrándole un mundo en guerra, con las miserias, dolores y afrentas que ella comporta. El documento de la II Guerra Mundial sirve para comprender el desorden y la confusión que también hoy nos acucian en demasiados países, haciéndonos reflexionar sobre la solidaridad del ser humano ante tanta barbarie, en la búsqueda de respuestas. Diversas imágenes en movimiento van introduciendo al visitante en el tema: “RECONCILIARE”. “El brazo tendido con la mano abierta”, al que el creador de la obra y guía de la exposición ha imprimido especial relevancia al gesto de la mano con el perdón anticipado

En unos poco pasos nos adentramos en el Templo y el “Padre Eterno”, obra de Narciso Tomé (1730), en madera tallada y policromada, da la venia para mostrar las relaciones entre Dios y el hombre, como clave válida para los hombres de ayer y los de hoy. Le sigue “El Paraíso Terrenal”, al óleo, y la escultura de Adán y Eva (1.552), de Domingo de Amberes, que viene del retablo mayor de la Iglesia de San Pablo de Cátedra, en Pampliega (Burgos).

Otro óleo de “Adán y Eva” (1535) es el que nos muestra a nuestros primeros padres después de pecar con la vergüenza en las actitudes de los dos, al ser expulsados del Paraíso Terrenal por el Arcángel San Miguel: “Dios aplicó Justicia a los hombres, dejándolos con el dolor y la muerte”.

El paso del tiempo se nos muestra aquí representado por un “Adán en la vejez” que, según el Génesis fue muy longevo y , ratifica la Enciclopedia Espasa , que vivió hasta los 930 años. Uno de sus hijos, Caín, será quien represente el pecado con “la envidia hacia su hermano” en piedra policromada ( 1526) y en un óleo sobre lámina de cobre del s.XIV, nos dará a entender que el pecado, es obra de hombres, de seres humanos…

El valor de levantarse y volver a empezar, está representado por “Noé después del Diluvio Universal” (Siglo XVII) y señala el vínculo entre Dios Padre y Noé, estableciéndose, -nos dice el magnífico óleo-, esta relación por medio del humo del sacrificio que en el cuadro se representa.

Fotografías de Ricardo Muñoz Martín muestran como la naturaleza se rebela contra el hombre, cuando no se la utiliza correctamente; de ahí las escenas de la catástrofe en Managua, dolor y miseria en 1922-1997, en las obras tituladas “ La pena”, “El abrazo de los huelepegas” y “ La chureca” (basurero).

La obra de Juan de Juni “El embarazo de la Virgen” presenta a la Virgen María encinta y, en su vientre el anagrama de Jesucristo y sobre Él la imagen del Espíritu Santo. Esta obra nunca antes había sido mostrada en público.

En la versión al óleo de la “Última cena en casa de Simón el fariseo” (Siglo XVI) podemos contemplar a una Magdalena arrodillada delante de la mesa, a los pies de Jesús, lavándoselos. Jesús de pie, rodeado de sus discípulos bendice la mesa, entendiendo que Magdalena forma parte de los que reciben la bendición y que, con su arrepentimiento, obtendrá el perdón por la misericordia divina.

El Comité Expositor ha hecho un ingente trabajo, El recorrido de la exposición desarrolla, en los que la visitan, el sentido visual y el auditivo, pues ha creado para cada Capítulo, composiciones musicales que acompañarán en el camino a los visitantes y también el sentido del olfato se une a las narraciones con el perfume del incienso que, sutilmente, va impregnando las salas, perfumando las explicaciones acertadas de los guías.

Nos asombra la labor de restauración que la “Fundación Las Edades del Hombre” ha realizado, en gran cantidad, para esta edición, luciendo con todo esplendor en esta Muestra.

La segunda sede es la Iglesia de SAN MARTÍN, también de estilo mudéjar y, en ella comienza la “Historia Sagrada de Israel en el Desierto”. La oferta de vida que Dios nos hace es rechazada por el hombre pecador y lo canta así el magnífico Salmo:

Hizo portentos en la tierra de Egipto

Pero ellos se rebelaron contra el Altísimo…

Entonces la ira de Dios hirvió contra ellos…

Él, en cambio, sentía lástima,

Perdonaba la culpa y nos los destruía

Acordándose de que eran de carne,

Un aliento fugaz que no torna.

El Capítulo II lo ilustra un “Moisés”, espléndido, en madera dorada y otra escultura del mismo con el bastón- serpiente en bronce, traídos de la catedral de Segovia, que también han sido restaurados por la Fundación.

Admiramos al “Rey David, el unificador” (Siglo XVI), de autor desconocido en madera dorada policromada

Y nos sitúa en el siglo XVII un bargueño en nogal y hierro con adornos de hueso. Junto a estas obras, admiramos “La Anunciación” de Venancio Blanco (1997) en bronce fundido a la cera perdida que ha sido cedido por la Fundación Mapfre. Otra obra anónima de “La Anunciación” de un posible taller toscano, en alabastro, con el relieve tallado produce nueva admiración entre los visitantes.

Con la historia relatada de “El hijo pródigo” y con toda su simbología, admiramos óleos que representan la exigencia del hijo para que el padre le dé la parte de su herencia para marcharse de la casa paterna: luego vendrá la añoranza de la familia, o el mal vivir después de despilfarrar sus bienes, llegando a convivir con los cerdos que cuidó, señalando muy bien el error cometido, así como la importancia del perdón del padre, representado en el lienzo por la figura de Jesucristo.

Vamos descubriendo en este Capítulo que el Dios de la Biblia nos conduce a Jesús de Nazaret, demostrándonos así que su amor, siendo nosotros pecadores, le llevó hasta la Cruz, al perdonarnos.

En el tríptico “ El Calvario”, de Pedro de Berruguete, óleo sobre tabla y “ Cristo Crucificado”, de Julio López (2016), en bronce, son muestra de la calidad de las obras de arte a contemplar junto al “Cristo Homo Pietatis” de Gil de Siloé (1485) y, al temple sobre lienzo, obra de Luis Mayo de 2016.Un impresionante “ Descendimiento”(1530), de Ambrosius Benson, óleo sobre tabla, descubre los hermosos rostros de las mujeres y sus tocados, de un asombroso blanco, que se deslizan sobre las túnicas, lo que da casi transparencia al bellísimo rostro de María y a sus increíbles manos, prestas para acoger al Hijo muerto. Es un gozo retener el paso para admirar, en sosiego, la belleza y el sentimiento con que han plasmado los maestros artistas cuanto arte contiene la exposición.

Paseando, llegamos a otra sede, situada en el centro dela Villa y voy observando más tránsito en las calles a medida que pasan las horas; sin embargo no hay apenas colas ni multitudes que estorben, pudiendo disfrutar de la villa y del recorrido. En este Capítulo, cuya sede es la Iglesia de SAN ESTEBAN nos asombra nuevamente la labor realizada en las restauraciones que aumentarán el valor del magnífico Patrimonio Histórico Artístico de que goza España, gracias a los esfuerzos también de Fundaciones como la de “Las Edades del Hombre” y especialmente , en esta ocasión, para “RECONCILIARE”. La penitencia y la reconciliación están acertadamente mostradas en las obras de arte expuestas, tanto por maestros antiguos, modernos y contemporáneos. Cada pieza tiene su historia particular y han sido elegidas porque en su significado transmiten el mensaje de esta edición, recibiéndolo el visitante de manera sencilla y clara.

De Raimundo Madrazo nos hace sonreír la magnífica pintura titulada “La confesión” en la que el pintor reproduce el interior de la “Iglesia de la Pace”, en Roma, para narrar, al óleo, cómo la penitente arrodillada en el confesonario dice sus pecados al sacerdote esperando obtener la absolución; mientras, en un banco cercano, otra mujer, escorando la cabeza, pretende escuchar y oír los pecados de la que confiesa. El prodigioso pincel de R. Madrazo reproduce la época en las actitudes, los vestidos  y las mantillas en la cabeza con acertados colores. El cuadro ha sido cedido, para esta Muestra, por la Comunidad de Madrid, de la Colección Madrazo.

Dios encomendó a la Iglesia el ministerio de la reconciliación, como nos dice San Juan Evangelista: …”A quienes perdonéis los pecados, les serán  perdonados; a quienes se los retuviereis, les serán retenidos”. La obra también restaurada para esta edición, de Pascual Puchol (1917) nos nuestra la muerte con un gran realismo y serenidad en el rostro del difunto. “La muerte de San Agustín”  y en el “verdadero” dolor de los que le lloran…

En el presbiterio de esta Iglesia de SAN ESTEBAN, se hallan situados los sepulcros de los hijos-dalgo, de estilo gótico mudéjar, en mármol blanco, que contienen , además, en su interior, las Bulas impresas en los siglos XV y XVI y algunas de ellas, incunables; guardan también las indulgencias que les fueron concedidas por los Papas durante su vida. Como curiosidad diré que la cercanía de los sepulcros al altar mayor, dependía del precio pagado.

En “El abrazo de San Francisco de Asís y Santo Domingo de Guzmán (Siglo XVIII), obra de Salvador Carmona, conmueve el gran realismo de las esculturas en la actitud de acogimiento entre las dos Órdenes, Franciscanos y Dominicos y, con ella, finaliza la exposición.

El Castillo de los Duques de Alburquerque

Nuestro viaje a Cuellar, para visitar “Las Edades del hombre” nos da oportunidad también de conocer el Castillo de los Duques de Alburquerque, monumento nacional desde 1931. La magnífica construcción pétrea, cuyo tamaño asombra, tiene revestidas algunas de sus paredes exteriores de “moco de pavo”, estilo que antes no había visto. Resguardado por una triple muralla, razón de su excelente conservación, le proclama como uno delos mejores castillos de Castilla y León.

A la puerta del mismo, sale a recibirnos el portero ciego, magnífico actor, que intercambia diálogo con los visitantes antes de dar entrada para conocer os jardines, donde, doña Ana de Guzmán, muy diestra en el juego de la esgrima, juguetea con los floretes y su partenaire, del que está enamorada. La maciza construcción esconde en sus muros de cinco metros la calidad de vida de aquella época y, acercándonos a la mazmorra, oímos las quejas del prisionero que, a través del orificio por el que fue arrojado al “ pudridero”, se le escucha llorar la sinrazón de su encierro, por la que pierde la razón y grita su desgracia, desesperado, vestido con harapos, hambriento y sin esperanza…Llega a tal punto el desespero que parece salirse de sí mismo y de este mundo, trayendo a mi recuerdo el poema de autor anónimo tantas veces recitado: “El Prisionero”:

Por el mes era de Mayo,

Cuando face la calor,

Cuando los trigos encañan

Y están los campos en flor.

Cuando canta la calandria

Y responde el Ruiseñor;

Cuando los enamorados

Van a servir al amor;

Menos yo, triste, cuitado

Que vivo en esta prisión

Que ni se cuándo es de día

Ni cuándo las noches son,

Sino por una avecilla

Que me cantaba al albor…

¡Matómela un ballestero,

Dele Dios mal galardón!

Así, quejándose, cambia el tono de su voz el prisionero-actor y sale de sus labios una melodía “impensada”, que le transforma…presintiéndose ya libre…La dulzura en la voz contrasta con la queja desesperada por el encierro en la mazmorra, sobrecogiendo a los sorprendidos visitantes…¡Enhorabuena al barítono en su fascinante interpretación!, por la que, desde estas líneas, le doy las gracias y le felicito muy especialmente.

Escaleras arriba nos recibe la perorata del virrey, señor del Castillo, en la “Sala del Trono”, representando a Don Francisco Fernández de la Cueva. En las paredes lucen reposteros pertenecientes al VIII Duque, tapices y muebles componen la sala de época morisca, donde un arcón abierto exhibe los ajuares y, a cada lado de la ventana, “los festejadores”, piedras adosadas a la pared junto a la ventana, para asiento de los novios en sus arrumacos. Recorrimos la capilla, salones, terrazas con bonitas barandillas y columnas que sostienen techos moriscos, desde donde se admira el paisaje de las tierras castellanas, ¡Un castillo formidable! que revive en escenas domésticas, representando algunos de los momentos que vivió en su mejor época. Hay mucho más que ver u oír, pero no lo narro, para sorpresa del posible visitante.

La Villa de Cuellar tiene tradición de “tapeo“ y, en su gastronomía destaca “el lechazo”, así como las verduras y hortalizas de la “ Huerta de Caradillo” que, acompañan con las setas y los níscalos, los principales platos de caza. Debo advertir que se hará imprescindible, si se quiere comer, “reservar el restaurante”, porque no hay muchos, ni tampoco están preparados para atender a cuantos visitantes se desplazan a disfrutar de un acontecimiento tan importante como la XXII Edición de Las Edades del Hombre

Ofrece también la ciudad un recorrido por las murallas y una visita al Barrio Judío. Como me demoré en la visita al Castillo tuve que dejar el recorrido para otra ocasión.

Quiero felicitar a todos los que han participado y contribuido a que esta Muestra sea tan esperanzadora para que en el mundo el cristiano que siente la solidaridad no debe perder de vista su condición de ser humano, que vive en medio de otros semejantes necesitados y debe mostrar su altruismo en la misericordia.

Cuando acabe la edición, siempre quedará la excelencia  que emana del trabajo bien hecho.