Cuando el rey Felipe VI incluyó a los Tercios en el desfile del 12 de octubre nos hizo recordar la grandeza del imperio español y su profunda implicación europea.
El Milanesado, casi un tercio del norte de la península Italiana, estuvo en poder de la corona es- pañola de 1.540 hasta 1.706 y en su momento fue estimado pieza clave del imperio español, por encima de las posesiones ame- ricanas. Los tercios españoles considerados en su época como prácticamente invencibles, tu- vieron como misión mantener el corazón de Europa dentro de la corona española. Para ello tenían que acceder a Flan- des desde la Península Ibérica
y al no poder atravesar Francia, el camino estratégico pasaba desde Milán al norte europeo por los pasos de los Alpes. En alguna de sus modalidades el llamado “Camino Español” pa- saba por las inmediaciones del lago Como, muy cercano a los cantones suizos por los que las tropas españolas tenían paso li- bre. Estas vías de acceso de alto nivel estratégico militar cruzan por lo que son ahora una de las regiones estratégicas para el de Turismo de alto nivel en Italia. El lago de Como en sus dos com- ponentes que comenzando en las ciudades de Lecco y Como se unen hacia el norte formando una Y griega invertida, termina en la falda de las impresionantes y bellísimas montañas que sepa- ran, o unen según se mire, a Italia y Suiza. En la punta de la penín- sula formada por ambos ramales del lago está Bellagio, pequeña por su población estable pero grande por su capacidad para asumir un turismo en búsqueda de tranquilidad, arte y natura- leza en su estado más genuino. Desconozco la etimología del nombre pero sospecho que lo de Bella indica ya un modo de yacer al borde del lago cual si fuera una belleza salida de las aguas para ser admirada y por qué no, amada. Casi en la punta extrema de la península donde comienzan a unirse las aguas de los dos ramales se encuentra el hotel de la máxima categoría que lleva un nombre casi mítico en la Italia milanesa, el Gran Ho- tel Villa Serbelloni. Desde su pis- cina situada al borde de la aguas del lago las montañas alpinas aparecen a la luz de la tarde en todo su dorado esplendor. Por aquellos caminos por los que pasaron las legiones romanas y siglos después las tropas de los Tercios españoles, hoy se pue- den hacer excursiones a caballo, en bicicleta o pertrechados con las botas de montaña en una pa- cífica caminata.
“Grande Gabrio” como se llamó a Gabriele Serbelloni, desen-
volvió su febril actividad entre 1509 y 1580 y terminó su vida de aventuras militares y según algunos de comercio de armas, al servicio del rey Felipe II. En su profesión de condotiero había estado al frente de las tropas del Papa Pio IV, famoso por su apertura del concilio de Trento que comenzó la Reforma Cató- lica. A la muerte del Papa, Ga- brio pasó al servicio del rey de España. El soldado de fortuna hizo buen acopio de ella y no solo conquistó Maastrich para Felipe II al frente de los Tercios sino que previamente participó en la batalla de Lepanto, segun- da barrera después de Poitier puesta por en Europa a las es- padas mahometanas. Un an- tecesor y homónimo de Felipe VI, el Rey de El Escorial, nom- bró a Serbelloni virrey de Túnez quien una vez vuelto a Milán or- ganizó la ayuda a la ciudad gol- peada por la peste y de la que el gobernador había huido por miedo al contagio, demostran- do así que no era únicamente un hombre de guerra.
Por aquella época ya comen- zaban los nobles y grandes fortunas de Milán, Turín, Pavía y hasta Génova a construir im- presionantes villas al borde del lago para descansar de sus aje- treadas aventuras y negocios. La gran mayoría se conservan has- ta hoy como fantásticos ejem- plos de la arquitectura italiana renacentista cargados, y a veces sobrecargados, de lujo y belle- zas decorativas.
Las montañas que rodean al lago, alguna de ellas de 1600 metros de altura, no solo han contemplado el paso de los ter- cios españoles. Ya mucho antes por sus laderas cortadas casi a pico y por sus pasos angostos, vieron pasar a las legiones de Julio Cesar –(“Gallia est omnis divisa in partes tres….”)- en su camino hacia la conquista de la Gallia.
Notables capítulos de la histo- ria de Europa se evocan en el ambiente pacífico y tranquilo que invita al descanso, la con- templación y la reflexión. Esa sensación casi física la han de- bido sentir y difundir ilustres huéspedes del Serbelloni tales como los soberanos de varios países, incluida España o man- datarios democráticos como Franklin D Roosvelt o Winston Churchill y personalidades del mundo de la literatura, la músi- ca o las artes escénicas y cine- matográficas. En su restaurante “El Mistral” galardonado con una estrella Michelin, el co- mensal se sentirá encantado de
disfrutar de una excelente vela- da gastronómica y si es ameri- cano probablemente disfrutará de la proximidad de George Clooney, poseedor de una vi- lla cercana al lago y frecuente cliente del restaurante.
Para los amantes del depor- te de la vela las dos ramas del Como ofrecen la posibilidad de una sosegada navegación y zonas de fondeo próximas a los grupos urbanos con motivos diversos de atracción turística y gastronómica. Un poco más de esfuerzo requerirá el paseo en kayak y para los que no es- tán especialmente motivados por los deportes sobre el agua una estupenda red de comuni- caciones de motoras de diverso tamaño y frecuencia les pon- drán en poco tiempo al alcance de las ciudades de Como y Lec- co y de los bellos y amables nú- cleos urbanos que se asoman a las orillas del lago.
Ya sean huéspedes del Serbello- ni, del familiar Belvedere con su excelente restaurante “La Varan- da” o de otros establecimientos hoteleros y de pequeñas casas que ofrecen el sencillo pero acogedor “bread and breack- fast” el visitante de Bellagio nun- ca se sentirá miembro anónimo de un turismo de masas.