Aysén-Patagonia, la más seductora y sorprendente región chilena

Coyhaique, la capital de la Región  (Foto: Sernatur)

“Los chilenos se acuestan a lo largo, porque si lo hicieran a lo ancho, sus pies se mojarían en el mar” Bromas como ésta o frases tan poéticas como las de Pablo Neruda (“El país de las esencias longitudinales”) o  de Angel C. González (“Tan erguida de amores, tan morena de lumbres, semeja una antorcha”) tratan de describir un país difícil de definir.


De insólita y peculiar orografía y de irrepetible belleza, nadie yerra al hacerlo, pues Chile es un territorio pletórico de contrastes: desiertos, parques naturales, volcanes, ríos, montañas, lagos y más lagos, glaciares, y una cordillera con nieve perpetua conforman un bucólico paisaje que cada viajero puede elegir la descripción que más impacte en su mirada. No en balde, Denise Lira, la conocida “retratista de la naturaleza”, declaraba recién en una entrevista: “Me fascina la diversidad geográfica de Chile”. De hecho, el primer libro sobre Chile que, hace años, cayó en mis manos, su autor, Benjamín Subercaseaux, lo tituló, no sin razón: “Chile o una loca geografía”.

 

Un territorio privilegiado

Pero si hay en Chile una región que aglutina el esencialismo al que apelaba Neruda, inspiradora por excelencia, y que impacta directo al corazón, ésta es la de Aysén-Patagonia. Más extensa que la mayoría de países europeos. Ubicada en la franja Sur del país, a 1.786 km. de Santiago, se arriba a ella por carretera o por avión al aeropuerto de Balmaceda. El viajero puede ya descubrir Coyhaique, su pintoresca  capital. Posee ésta una original plaza de Armas, de peculiar diseño pentagonal  y un hermoso paseo peatonal (Horn), con veredas techadas, donde puede verse a sus artesanos trabajar en sus creaciones de lana, cuero y piedra, para su exposición y venta en la Feria Artesanal. Asimismo, su Museo Regional muestra la interesante historia de la región.

Panorámica de Lago  Gral. Carrera (Foto Sernatur)

Sin embargo, Coyhaique adquirió una especial relevancia a partir de la creación de la Carretera Austral, lo que la convirtió no sólo en un destino turístico de interés por sí misma, sino que turistas y viajeros la eligen como base de la mayoría de excursiones por toda la región.

Tanto las cercanas a la capital, como las algo más alejadas: parques nacionales, lagos cordilleranos, ventisqueros, etcétera, siendo, asimismo, el punto de partida de navegación hacia el glaciar de San Rafael, desde el vecino puerto de Chacabuco.

Sobre cualquier opción que tomes en esta región no cabe el arrepentimiento, sino la dicha de descubrir mucho más de lo esperado (incluso al sur del lago General Carrera se esconde ¡un parque jurásico!).

 

“En la Patagonia no se corre. Lo único que corre es el viento”

Así que abandono el móvil y el ordenador en mi hotel y emprendo mi aventura de descubrir la región con la inestimable ayuda de Karla Morales, nieta de la inolvidable Violeta Parra y experta guía de “Mate Che”. Ella me instruye que en esta región “las cosas se toman con calma y el que se apura pierde el tiempo”. Es cierto, el tiempo que se emplea en disfrutar de Aysén nunca es tiempo perdido. Hasta el príncipe Guillermo de  Inglaterra, cuando visitó esta región, declaró que “había vivido como en una burbuja” . Lógico. No es lo mismo el trepidante ritmo de la City que el de la Patagonia. Todo pasa, como decía el filósofo: ¡sólo la serenidad permanece!

Paisaje parcial Lago General Carrera: foto: F.G.

 

Recorremos senderos como el de la “Huella de los Troperos”, que comienza en Lago Verde y termina en Lago Palena, cruzando extensos campos ganaderos y vadeando ríos caudalosos como el Simpson te llevan a Seis Lagunas, hermosos ojos de agua que asoman entre cerros.  De pronto nos detenemos en mitad de la ruta en casa de Gabriela para tomar ‘once’. La anfitriona nos recibe con toda clase de jugos, tés, quesos y queques. Entretanto, más de un centenar de diminutos polluelos entran y salen de la estancia, como si quisieran participar de las migajas de la merienda, por lo que hay que cuidar de no pisarlos. Karla toma mate, una bebida generalmente compartida. Al preguntarle por ese hábito, comenta: “Me siento chilena, pero tengo costumbres argentinas”. La razón es que nos hallamos muy cerca de la frontera con Argentina, y hasta los ritmos folklorizados de Aysén son originarios de ese país.

Al regreso, uno empieza a constatar que los atractivos turísticos son interminables a lo largo de la Carretera Austral, y sin necesidad de alejarse mucho de Coyhaique, son abundantes las Reservas Nacionales. La de Cerro Castillo, por ejemplo, es de notable interés. Cuenta con muchos senderos, y destaca por la protección de pumas, guanacos, huemules y zorros, entre otras especies.

Foto: Sernatur-Aysén

 

Rumbo a Puerto Cristal, escoltados por Lago General Carrera

A la mañana siguiente reemprendo viaje junto al guía de Sernatur –y ahora amigo— Sebastián Barceló, con destino a Puerto Cristal, siempre por la Carretera Austral.

La agradable sorpresa es que casi todo el recorrido hacia el sur se hace acompañado del imponente Lago General Carrera, de aguas color turquesa. Compartido por Chile y Argentina  –en donde recibe el nombre de Buenos Aires–, es el lago más grande del país y el segundo de Sudamérica, después del Titicaca. Los poblados próximos a este entorno lacustre poseen muy buenas temperaturas, por lo que resulta harto atractivo para el visitante la práctica de deportes, así como la pesca, o la navegación en embarcaciones menores por las Cavernas y Capillas de Mármol.

 

Fotos poblado minero Puerto Cristal (F.G.)

 

Sorprende descubrir “vida” en un pueblo abandonado hace 20 años. Pero allí nos recibe el joven ingeniero Luis Casanova. Él y su equipo son los responsables de recuperar Puerto Cristal como “Destino Turístico” un monumento histórico nacional, ubicado en la Comuna de Río Ibañez . Se trata del poblado de una explotación minera que desde 1931 extrajo miles de toneladas de plomo, zinc, e incluso algo de oro. “Conservamosnos explica entusiasmado el ingeniero— las viejas instalaciones mineras, así como las viviendas y las infraestructuras de servicios para recuperarlas y mostrarlas al visitante”. Resulta emocionante encontrarse en ese histórico lugar. El defecto de la historia es que siempre está en varios tomos. Pero, como sostuvo Hegel, la historia aquí puede revivirse otra vez. (Continúa 2ª Parte).

www.franciscogavilan.net